Resulta cuando menos divertido seguir los pasos del candidato
socialista a la Presidencia del Gobierno, Joaquín Almunia, en su
intento por convertirse en un presidenciable serio y distinto de su
predecesor.
Almunia está trabajando mucho últimamente y todas las semanas
nos sorprende con una propuesta nueva y novedosa, que ya es mucho
para un político. Lo que ocurre es que el bilbaíno debe pensar que
los españoles tenemos poca memoria. O bien quiere hacernos ver que
él es distinto, su partido se ha renovado y sus ideas son también
diferentes al modo de gobernar que el Partido Socialista llevó a
cabo durante catorce largos años.
Muchas veces los políticos se quejan de que una sola legislatura
no da más que para plasmar en papel las principales ideas del nuevo
gobernante y que luego es preciso otra más para poner todos esos
proyectos en práctica. Quizá sea cierto. Pero los socialistas de
Felipe González repitieron victorias electorales durante un montón
de años y nunca se les ocurrió poner en práctica las ideas que
ahora promulgan.
Tal vez sea que Joaquín Almunia "cuya candidatura impulsó el
propio González" represente de verdad a un nuevo PSOE con ideas
renovadas. De ahí su revolucionario plan para abrir las escuelas
públicas todos los días del año durante doce horas diarias y la
recién lanzada idea de aniquilar la energía nuclear en España.
Aunque más bien parece que se trate de aquello de «puedo
prometer y prometo» tan típico de la clase política que luego,
cuando alcanza el poder, se convierte en «si te he visto no me
acuerdo». Aún tenemos fresca en la memoria la enorme estafa de la
OTAN con la que Felipe González inauguró su largo mandato. Habrá
que ver, si llegan de nuevo a la Moncloa, cuánto de lo que dicen se
cumple.
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