La delegada del Gobierno, Catalina Cirer, i el vicepresident del Govern, Pere Sampol, observan un vestido de novia. Foto: JAUME MOREY.

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Los trajes de novio forman por sí mismos una parte muy importante de la moda actual y cada año marcan sus propias tendencias. Debido a esta circunstancia, es la sexta vez que se convoca para estas fechas Nupcial, la feria de servicios de boda. Este encuentro se inauguró ayer con la asistencia de Pere Sampol, vicepresidente del Govern, y Catalina Cirer, delegada del Gobierno central.

Los vestidos de novia vuelven esta temporada a las líneas sencillas de antaño. Se envuelven en un aire de romanticismo en el que destacan los falsos blancos, crudos y colores pastel muy suaves. Las telas estrella son las sedas naturales y los rasos, combinados con tules y adornados con puntillas, finas pedrerías y bordados, siempre manteniendo el mismo tono. El ramo, como mandan los cánones, vuelve al riguroso blanco y, como tocado, las coronas, tanto de piedras como de flores. La elegancia debe ser el objetivo final de todo traje de novia. Por eso, todo debe ir coordinado, hasta los zapatos tienen que ser forrados con la misma tela del vestido.

En cuanto al novio, su traje siempre debe seguir la pauta marcada por su cónyuge. En este caso, también sigue una tendencia tradicional. Se mantienen los colores oscuros, negros clásicos, que, como novedad, se utilizan en telas brillantes. Destaca el 'smoking' clásico: el que más se lleva es el de cuatro botones, con solapas de seda. Tampoco hay que olvidarse del frac. Como complementos, son imprescindibles los chalecos, siempre a conjunto con la corbata, realizados en seda natural y en colores grises. Los diseñadores más avanzados proponen algunos toques de amarillo o de color crudo en estas piezas.