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NURIA ABAD Los vecinos del barrio de Santa Catalina están indignados porque desde hace cuatro meses se encuentran sin casa de cultura y achacan esta situación a que «el Ajuntament dejó perder el anterior centro "situado en la calle de Es Puig"». Este arrabal ha contado siempre con un centro de reunión social y cultural. Hasta hace tres años, y durante mucho tiempo, tuvieron un local en la calle San Magín, que «se quedó pequeño por la masiva asistencia a los numerosos cursos que allí se impartían», afirma María del Carmen Martínez, una vecina.

Fue entonces cuando se trasladaron provisionalmente al centro antes mencionado. Pero, «al parecer, al dueño no le interesaba la existencia de nuestra casa de cultura en su edificio y decidió cerrarlo. Ahora nos encontramos en una situación precaria por falta de previsión por parte del Ajuntament», añade. Tachan de «tercermundista» su estado actual, ya que todas las actividades que llevaban a cabo en las anteriores dependencias las están realizando, en la actualidad, «en el teatro de la iglesia de Santa Catalina, gracias a la misericordia del párroco de San Magín, el cura don Antonio, que nos lo ha cedido, y en el colegio público La Graduada de la calle Caro», explica Antonia Vidal, una usuaria.

Al no contar con una casa de cultura en condiciones, los asistentes a los diferentes cursos sufren numerosas situaciones de incomodidad. Un ejemplo de ello son las estudiantes de pintura, que se ven obligadas a acarrear, cada día que tienen clase, sus propios caballetes y las que no tienen de propiedad, a improvisarlos. Además, los miércoles se juntan en la iglesia las alumnas de pintura con las de costura, una situación que califican de «insostenible».