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El reciente despido del profesor Emilio Arnao del colegio privado San Cayetano de Palma, al amparo del ideario del centro, ha puesto en entredicho la verdadera existencia de libertades en los centros de enseñanza, no sólo la libertad de cátedra, sino las libertades personales de los docentes.

Ultima Hora ha pulsado la opinión de distintos sectores educativos y muchos de ellos coinciden en la dificultad de marcar una línea divisoria entre libertad de cátedra y de expresión, pero también en que a menudo se coarta más la libertad de expresión que la de cátedra.

La Federació d'Ensenyament de la USO asegura que éste es un caso claro motivado no en la «intachable» labor docente que desarrollaba este profesor, sino «en todo lo que representa públicamente como persona social» y su despido vulnera el artículo 55.5 del Estatuto de los Trabajadores que dictamina que 'Será nulo el despido que tenga por móvil alguna de las causas de discriminación prohibidas en la Constitución o en la Ley, o bien se produzca con violación de derechos fundamentales y libertades públicas del trabajador'.

Por su parte, el propio afectado, que ha impartido la asignatura de Literatura Castellana en el colegio San Cayetano durante los últimos siete años, considera que con él se ha cometido un acto de discriminación, «porque, al tomar esta decisión, la dirección del colegio se ha basado más en actos externos de mi vida personal, como, por ejemplo, ser miembro de un grupo de rock, colaborar en un diario y ser soltero, es decir, en cuestiones que nada tienen que ver con mi trabajo como profesor», explica Emilio Arnao. Por tanto, mantiene que su caso es un ejemplo de vulneración de principios fundamentales de la persona como son las libertades públicas.

Para Neus Santaner, responsable del área de enseñanza privada concertada y miembro de la ejecutiva del STEI, «todavía queda mucho trabajo por hacer en la democratización de los centros de enseñanza, visto que hoy en día, más de veinte años después de aprobarse la Constitución donde se recoge la libertad de cátedra y de expresión, surjan posturas patronales de este tipo».

En opinión de Santaner, «es cierto que es difícil de marcar la línea que separa la libertad de cátedra, la libertad de expresión e, incluso, el ideario, pero no debería servir de argumento para despedir a un profesor de un centro. Una persona que imparte clases, ante determinados hechos no puede manifestarse de forma opaca, siempre entra en juego la subjetividad», expone Santaner.

Román Piña, profesor de Griego en el instituto Antoni Maura, considera que el hecho de que se debata si existe o no libertad de expresión en la enseñanza significa no sólo que no hayamos avanzado en dos mil años, sino que ha habido un retroceso.

«El debate, cuando se habla de educación, no debería ser sobre la libertad de expresión, sino sobre el éxito de la LOGSE o el fracaso escolar. Cuestiones como la educación en la tolerancia y la igualdad deberían estar por encima del ideario del centro», afirma Román Piña. La postura sobre este asunto de las patronales y de las agrupaciones de padres está más próxima a quedar al margen que a emitir una opinión. Marta Monfort, presidenta de Educació i Gestió, declinó hacer declaraciones sobre el despido de Emilio Arnao y consideró «muy complejo» definir la libertad de enseñanza o de cátedra. Tampoco ha sido fácil conocer la opinión de la dirección del colegio San Cayetano, que ante todo defiende, desde una postura estrictamente empresarial, que un centro pueda deshacerse de sus trabajadores cuando crea conveniente.

Esta forma de proceder es la causa de que en los últimos diez años más de 30 profesores hayan dejado el colegio San Cayetano por diversos motivos a requerimiento de la dirección, según han manifestado a este periódico algunos afectados. En algunos casos se ha tratado de despidos y, en otros, la dirección ha pactado la salida del centro de los docentes. Sin embargo, la dirección del San Cayetano niega que esto haya sido así y que no exista libertad de enseñanza en el centro, aunque sí mantienen que «este colegio es una empresa dinámica y viva y unas veces al profesor no le interesa seguir y otras veces es al centro al que no le interesa que un profesor continúe», declaró Joan Palou, administrador del San Cayetano.