Las fiestas de Sant Antoni llenaron de luces y color el barrio de Gràcia. Foto: PEP ROIG.

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Las plazas de la Virreina y del Diamant del barrio barcelonés de Gràcia, con la novedad de la del Nord, volvieron a vivir la noche del sábado la velada más endemoniada. La asociación cultural Albopàs, con Toni Torrens al frente, congregó a muchos mallorquines, menorquines e ibicencos que residen en Barcelona para rendir su tradicional homenaje a Sant Antoni con música, diablos, xeremiers y buenas dosis de longanizas y botifarrones. En su octava convocatoria, Torrens contabilizó 7.000 asistentes, que no hacen sino consolidar la fiesta.

Los 400 panes, 400 kilos de longaniza, 400 kilos de botifarrones y 120 cajas de vino sirvieron para colmar el hambre de los participantes. Sin embargo, la celebración se inició mucho antes del encendido de las primeras hogueras, ya que a las siete y media de la tarde ya sonaban las xeremies en la plaza Rius i Taulet, sede del distrito de Gràcia y donde se reunió una comisión procedente de Mallorca, encabezada por el teniente de alcalde de sa Pobla, Antoni Serra.

Entonces, se encendieron los foguerons y los escasos glosadores presentes entonaron sus canciones más atrevidas y legendarias. Y fue en la Plaça del Nord donde llegaron más lejos. En el nuevo enclave de la festividad de «Sa Pobla a Gràcia» montaron, entre longanizas y rebanadas de pan, un horno de cerámica, donde cocieron dos reproducciones de los gigantes del barrio barcelonés. Los alfareros mostraron en directo todo el proceso y, finalmente, entregaron las dos estatuillas a Torrens.