Pese a todas las precauciones y las agrias advertencias de los
jueces londinenses, se produjo la filtración que permitió que todos
conociéramos el porqué se ha denegado la extradición a España del
dictador chileno Augusto Pinochet. El asunto, que ha escandalizado
al Reino Unido, está ahora inmerso en varias investigaciones "una
puesta en marcha por el Gobierno español" para esclarecer dónde y
cómo se produjo la fuga de información confidencial. El caso es que
todos los ciudadanos debemos agradecer al responsable de la
filtración el hecho de que ahora podamos conocer los motivos
esgrimidos por el Ejecutivo británico para denegar la posibilidad
de que el genocida sea juzgado y, previsiblemente, condenado por
miles de crímenes horrendos.
Era lógico que las autoridades pidieran confidencialidad y
sacaran a relucir el derecho de todo ser humano a la intimidad,
pero el informe médico "que para cualquier otra persona sería
sagrado" constituía en el caso de Pinochet un misterioso aval hacia
la libertad después de casi dos años en espera de responder ante la
Justicia por su actuación durante la dictadura.
Ahora, por un error o una deliberada colaboración con las
autoridades judiciales, el informe médico ha visto la luz. Algunas
personas "los implicados en el caso, sobre todo" se han llevado las
manos a la cabeza preguntándose cómo ha podido ocurrir algo que
vulnera claramente los derechos más elementales de un ser humano.
Sin embargo, aunque el resto de los mortales reconozcamos también
ese derecho, nos felicitamos de que así haya sido, porque eso nos
permite disponer de una información fundamental para comprender las
razones que haya podido tener Gran Bretaña para evitar que miles de
víctimas vean cómo se hace justicia.
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