La presencia del policía tutor no solo se limita a los aledaños del centro. Foto: JULIÁN AGUIRRE.

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No hay duda de que el policía tutor es una de las mejores figuras que ha podido crear la Policía Local de Palma. Hace un año era un simple experimento. Hoy es una realidad y un acierto. Entre otras muchas razones porque el trato cotidiano que tiene el policía tutor con la gente "adulta o menor" le convierte, primero, en el amigo y confidente de todos, pues debido a ese contacto ha logrado borrar aquella imagen un tanto represiva que para muchos tenía. Al mismo tiempo, se ha convertido en el vínculo entre el colegio, la familia y el pueblo y la policía, o lo que es lo mismo, la seguridad, el orden y la buena convivencia.

Estuvimos ayer con uno de ellos, en este caso el tutor de s'Aranjassa, Casablanca y Sant Jordi, y al que todos llaman Xisco. «Ara escoltarem a n'en Xisco», les dice el profesor a los alumnos cuando entra en la clase a decirles lo que tienen que hacer cuando sacan a pasear al perro.

Su labor es diversa ya que, entre otras cosas, deben controlar el absentismo escolar (interviniendo en casos de alumnos que manifiestan esta problemática) y vigilar a las pandillas conflictivas que operan en los colegios o en su entorno.

Asimismo, entre sus funciones está la de la vigilancia de venta de droga en zonas próximas a los centros escolares, así como identificación de posibles vendedores y la intervención en situaciones conflictivas en torno al colegio.

Por otra parte, los policías tutores tienen que hacer seguimiento de ciertas situaciones problemáticas en el seno de las familias que puedan afectar a los alumnos, e investigación de casos de malos tratos, y, por supuesto, hacer de educadores viales de los alumnos y padres.

Por cierto, ayer por la mañana fuimos testigos directos de cómo funciona en Sant Jordi este último apartado, el cual es consecuencia, o fruto, de un trabajo continuo, no solo en el colegio sino también en las casas.

Y funciona. ¡Vaya que sí! Basta ver, si no, el orden que reina en la calle; cómo entran y salen del colegio los niños; cómo cruzan siempre la calzada por el paso cebra o por el de peatones; cómo está de limpia la calle; como, a veces, llaman la atención los niños a otros niños, o a mayores, al tirar algo al suelo. Ya decimos, no es casualidad, sino trabajo y concienciación. La directora del centro nos lo explica brevemente. «Comenzaron a desarrollar el programa vial el año pasado a base, primero, de charlas sobre educación y seguridad vial a niños y a padres, salidas e itinerarios guiados y formación de grupos de voluntarios entre padres y maestros».