La incineración sigue ganando terreno dentro de las costumbres
funerarias de los ciudadanos de Baleares y, en concreto, de Palma.
El presidente de la Empresa Funeraria Municipal, Joan Bauzá,
reconoció que mientras en el año 1994 se incineraban el 0'3 por
ciento de los cadáveres, en los primeros meses de este año 2000 se
ha alcanzado la cifra del 38 por ciento, casi cuatro de cada diez
fallecidos.
En cambio, este aumento de cremaciones, que todavía no alcanza
los niveles europeos pero se va acercando, no ha supuesto un
descenso en las peticiones y ventas de unidades de enterramiento,
añadió Bauzá, «las familia siguen queriendo disponer de unidades,
bien para depositar el cuerpo del fallecido o sus cenizas»,
apuntó.
El porcentaje de incineraciones de Baleares es superior al del
resto de las comunidades españolas -la media nacional es del 20 por
ciento-, lo cual se explica por la gran cantidad de turistas y
residentes extranjeros o de otras regiones existentes, que motiva
que cada año se realice una media de 1.000 traslados al año de
personas fallecidas aquí -especialmente a Madrid, Barcelona,
Frankfurt y Londres-, «y, claro, trasladar las cenizas resulta más
cómodo y barato».
Otro de los cambios radicales en los últimos años y ya
consolidado en la cultura mortuoria de España es que una inmensa
mayoría de los cadáveres pasan por los tanatorios -en el caso de
Palma, el cien por cien-, abandonando así la tradición del
velatorio en los domicilios.
El presidente de la EFM realizó estas declaraciones ayer con
motivo de la celebración en Palma de la asamblea nacional de la
Asociación de Empresas Municipales de Servicios Funerarios de
España, presidida por el edil palmesano.
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