El edificio de hotel Mediterráneo marca con su estampa un hito en el recuerdo. La presencia majestuosa del hotel Mediterráneo se debió a la decisión tomada por los Maroto i Coll de vender su quinta veraniega a la empresa de Juan Pensabene, propietario del Gran Hotel Alhambra, que lo transformó en Mediterráneo Grand Hotel para ganar posiciones frente a su contrincante el Gran Hotel. No había otra balconada mejor que esa mansión que se erguía sobre el acantilado. La capacidad de «C'an Barra D'or» satisfizo plenamente al comprador.
La imagen de hoy nos transporta a aquellos tiempos en que la arquitectura grandiosa y la belleza natural no estaban reñidas. El Mediterráneo fue inaugurado en 1923. En el año 1944 lo adquirió Ramón Tarragó y fue remodelado y decorado de nuevo. Ponsettí fue el arquitecto que realizó las obras de ampliación en 1952, cuatro años antes del nacimiento del Paseo Marítimo y de aquel primer vial que hizo que el edificio perdiera su contacto directo con el mar. La famosa piscina quedó unida al hotel por un puente. Los clientes podían zambullirse también en las aguas saladas del anexo dique de San Carlos. El histórico edificio cerró sus puertas en 1975 y, pasando a ser propiedad de las empresas Barceló, se adaptó a una nueva época y se convirtió en un conjunto de apartamentos de lujo y restaurantes. Del hotel Mediterráneo quedará siempre el recuerdo de aquella Mallorca de cinco estrellas en cuyos hoteles se hospedaron turistas de renombre: Agatha Christie, el presidente Nixon, los actores George Sanders, Anthonny Quinn, Michael Hein o Ava Gadner, entre otros. El hotel también sirvió de plató de numerosas películas en las que quizá actuaron de «extras» el maître José Trinchant, los maestros de cocina Tomeu Esteva y Juan Verger o los directores José Cubeles y Antonio Tarragó, que, respetuosos, jamás contaron a la prensa sabrosas anécdotas de los famosos de Hollywood.
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