Y es que mires donde mires, los ves. Africanos procedentes de cualquier lugar del continente negro aparecen por todas partes. Foto: JULIÁN AGUIRRE.

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A las seis de la mañana aún es de noche. Sin embargo, ya hay ambientecillo en la Plaça d'Espanya. En los bares se sirve el café a los que van a meterse en la cama y a los que hace poco la han abandanado. Realmente, en muchos casos no se distinguen los unos de los otros. Sin embargo, el panorama de la plaza, incluso de madrugada, ha variado de unos años a esta parte. Sigue siendo lugar de paso "y para algunos de larga parada", pero sus personajes ya no son los mismos. O mejor, al muy variopinto personal que ha venido ocupando ese trozo de la ciudad se le ha sumado el africano, llegado a territorio español a pie desde su lejano país, en el corazón del Àfrica negra.

Mas los africanos no pernoctan en la plaza. Puede que lo hagan, los menos, en casas alquiladas, algunos más en Can Pere Antoni y la mayoría por ahí, bajo un puente, sobre una colina, o en los parterres del Parc de las Estacions. La Plaça d'Espanya, lugar de paso, es donde se citan o donde toman el bus para ir a trabajar en alguna obra del extrarradio, aunque por las tardes, una vez finalizada la jornada laboral, se suelen quedar más rato. Por eso, sobre las seis de la madrugada, hay muchos en la plaza. La mayoría cerca, o debajo de las marquesinas del autobús, esperando a que llegue. También descubrimos a una pareja durmiendo sobre los bancos, tapada con cartones y mantas. Pero yonquies no vemos ninguno. Estos comienzan a aparecer sobre las diez, que es cuando se dejan de ver negros. Vienen de tomar metadona, con un botellín de agua en la mano, dispuestos a echar toda la mañana allí.