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Ofrecieron con pía devoción sus ramos de flores a la Virgen. Hicieron sus pinitos intentando soplar la trompa y la trompeta de Nigel y Cyrill. Cantaron con suma gracia «En Joan Petit» y el «Himno a la alegría». Y dedicaron sentidas plegarias por los enfermos, hambrientos, sedientos y víctimas inocentes de todas las guerras de este insolidario y cruento mundo. En suma, lo demostraron con creces. Los parvulines del colegio San Cayetano de Palma pusieron de relieve ayer que, con su cortísima "cuatro años" edad, las tienen todas consigo para convertir este mundo en un espacio de música, plegarias y adornos florales. ¿Qué mayor esperanza podemos tener en unos chavales que serán los hombres de esta próxima mitad de siglo?

Doscientos cincuenta y tres niños del parvulario de San Cayetano ofrecieron ayer por la mañana su personalísimo homenaje a la Virgen en este mayo, mes de María. Con su profesora de música, Francisca Mas, a cargo de una perfecta organización "¿se imaginan poner orden y concierto, y nunca mejor dicho, entre una chiquillería con la que sus padres se muestran incapaces de bregar?", y el resto de profesoras de párvulos y Enseñanza Primaria del centro enseñándoles cómo se cierra la boca y se abren las orejas, los mocosos del San Cayetano ofrecieron el más simpático, emotivo y cristiano de los tributos a la madre de Jesús. ¿Sus amigos y cómplices en tan piadosamente alegre ocasión? Nigel Carter y Cyrill Pouillet, trompa y trompetista, respectivamente, de la Orquestra Simfònica de Balears. Los dos músicos enseñaron a los parvulines qué son, de qué estan hechos y cómo funcionan los dos instrumentos, de los que demostraron ser experimentados profesores. Y los chavales, como era de esperar, no se cortaron ni un pelo. Hicieron sus pinitos con las dos piezas de viento y les demostraron a sus simpáticos 'compis' de la Simfònica que también saben lo que es un piano, una flauta, un violín, un triángulo, un saxofón y un tambor.