Ya tenemos veredicto: gasoducto. El Govern, después de mucho
meditar sobre el futuro energético de Balears, ha optado por el
gasoducto, un pequeño tubo que traerá desde Valencia gas natural de
la red nacional a las Islas y que servirá para el consumo doméstico
y para que GESA cuente con esta energía para poner en marcha sus
turbinas y generar más electricidad.
Lo malo del asunto es que, primero, tiene un coste francamente
elevado, 44.000 millones de pesetas, y segundo, que el plazo de
aprovechamiento será en principio de quince años, lo que hablando
en términos de toda una comunidad autónoma, resulta muy corto.
Lo positivo del proyecto es que resulta limpio y seguro, pues
las probabilidades de rotura del gasoducto son insignificantes, y
el impacto ecológico es también mínimo. Lo negativo, como era de
esperar, algunas críticas y la financiación. El Govern ha anunciado
a bombo y platillo la elección de esta opción, pero sin tener idea
de quién va a costearlo. Se habla de solicitar ayudas a Madrid y a
Bruselas, pero nada hay seguro y con las actuales relaciones entre
Moncloa y el Consolat de la Mar, parece difícil que el Gobierno de
Aznar se vuelque en ayudarnos.
Sin embargo, el Govern se muestra enérgico en su decisión y
asegura que, aunque fallen todas las ayudas externas, el plan se
llevará a cabo aun a costa de aumentar el endeudamiento de la
Comunitat. Lo cierto es que el problema energético de Balears
precisaba de una decisión rápida y firme y el Govern ha sabido
adoptarla, a pesar de críticas y «peros» de unos y de otros. Ahora
sólo cabe poner las bases para que el proyecto pueda adjudicarse y
empezar a planificarse cuanto antes, de forma que en el 2005 se
convierta en una realidad y dejemos atrás la rutina de los
apagones.
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