El fijo discontinuo es aquel trabajador que realiza un trabajo que
se repite de forma cíclica de forma que su vida laboral se ve
interrumpida por periodos de desempleo debido al cese de la
actividad que desarrolla. Esta figura contractual, de gran arraigo
en Balears precisamente por el predominio de una economía turística
que permanece aún cerrada durante unos meses, nace ligado al sector
agrícola del Levante español.
Es en 1976 cuando aparece normativizado a través de la Ley de
Relaciones Laborales. En 1978 se adapta por primera vez al sector
Servicios y con mejoras, fruto de la presión sindical, se incluye
en el I Convenio de Hostelería de Balears. En 1980, aparece esta
figura contractual en el Estatuto de los Trabajadores. Sin embargo,
no es hasta 1986 cuando se crea la figura del fijo discontinuo de
Hostelería tal y como se conoce hoy en día y que garantiza el
llamamiento y la ocupación cada temporada.
En verano de 1985 debido a la crisis del turismo británico se
dejaron de llamar al trabajo a cerca de 4.000 trabajadores. Ante
este hecho y distintas sentencias que podían crear jurisprudencia
en contra de esos trabajadores, los sindicatos salieron a la calle.
Fueron dos días de huelga que forzaron a la patronal a incluir la
actual regulación del fijo discontinuo en el convenio de
Hostelería.
Si bien, hoy por hoy, Hostelería tiene pactado por convenio esta
figura, lo cierto es que desde la reforma laboral que se produjo en
1992 y 1994 el fijo discontinuo ya no tiene un régimen jurídico
independiente. Hoy en día está incluido en el tiempo parcial, y
desde Madrid, por más que se explica la indiosincracia del mercado
laboral de las Islas, no se acaba de entender eso del fijo
discontinuo y de que se trata de una forma de contratación estable
para la que habría que habilitar ayudas económicas específicas a la
empresa como se hace actualmente con los contratos fijos.
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