La tienda también vende muñecas regionales francesas que datan de 1800. Foto: J. MOREY.

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El tiempo es un fenómeno que transforma todo lo que toca. Personas y objetos nos vemos, desgraciadamente, sujetos al devenir de los años. Por este motivo, requerimos el servicio de profesionales que velan continuamente por nuestra salud. Así como hay médico para los humanos, también los hay para otros seres que desprenden un encanto especial, como si de unos duendes de cuentos se tratara. Las muñecas antiguas también padecen enfermedades provocadas por los años pasados de penuria y olvido, y necesitan de un tratamiento inmediato. Estos delicados cuidados se ofrecen en la única clínica de muñecas que existe en Palma, en el barrio de Sant Pere.

Noemí Martínez es la «doctora jefe». Ella es la que se encarga de diagnosticar, a partir de unos síntomas evidentes, la enfermedad que sufre la insensible paciente. Muñecas que datan del siglo XIX y, que por distintos períodos históricos, han sufrido la amputación de alguno de sus miembros, han perdido alguno de los dos ojos o sus ropajes se han deteriorado. Mediante una serie de cuidadosas técnicas se lleva a cabo la restauración, en la que se utiliza un instrumental casi médico. «El procedimiento es complicado, es una tarea muy trabajosa y delicada porque, por ejemplo, con las muñecas que son de porcelana hay que tener muchísimo cuidado, porque son muy frágiles». Así define Noemí su trabajo, que lo aprendió en Bilbao hace ya algunos años de la mano de uno de los mejores restauradores del país, el 'doctor' Sansans. «Lo fundamental en esta profesión es la práctica, porque cada muñeca y cada reparación es un mundo distinto», afirma la restauradora.

La clínica realiza pedidos a distintos lugares, como Madrid, Barcelona e incluso París, de materiales totalmente antiguos para evitar así que los modernos puedan alterar la esencia de antaño. Hilos, volantes, puntillas... suelen ser de la época, algo que en ocasiones resulta muy difícil de conseguir, además de costoso, ya que «Palma está muy limitada en este sentido y sólo podemos encontrar los materiales básicos; para encontrar otros más desconocidos es necesario viajar», confiesa Noemí.