Los trabajadores provenientes Sudamérica y de los países del Este
de Europa le están ganando terreno a los marroquíes en el sector
agrícola balear y ya ocupan entre el 30 y el 40 por ciento de los
puestos de trabajo que se generan.
El progresivo incremento de la edad media de los payeses,
estimada en 54 años, y la negativa de muchos jóvenes a acceder a la
actividad agrícola por los bajos ingresos y mucho trabajo, provocó,
en su momento, un déficit de mano de obra no cualificada.
Tradicionalmente estos puestos de trabajo eran ocupados por
inmigrantes provenientes de Marruecos, país con tradición agrícola
y con cultivos, por aquello del clima, muy parecidos a los que se
dan en las Islas.
Estas semejanzas y también el «desembarco» de gran número de
inmigrantes provenientes del norte de Àfrica facilitó que los
titulares de explotaciones agrícolas acudieran en su búsqueda.
Sin embargo, según aseguran diversos payeses que no quieren ver
publicados sus nombres para no ser acusados de «racistas», los
marroquíes «son muy informales en el trabajo» por lo que la mayoría
ha optado por contratar emigrantes del Este y Sudamérica «porque
son mucho más serios».
Los payeses cuentan que es una práctica común que los marroquíes
se «planten» en plena época de cosechas exigiendo más dinero. Como
quiera que los cultivos se pierden si no se recogen a tiempo, el
propietario suele acceder a sus peticiones con la idea de contratar
a otros inmigrantes para la siguiente campaña.
El problema estriba en que a la mayoría de sudamericanos, rusos
y rumanos que hay en la Isla aún les faltan «papeles» para
regularizar su situación y ningún productor quiere arriesgarse a
contratar lo que ellos denominan «ilegales» por miedo a las
inspecciones de Trabajo.
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