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Más sobre el «caso Verónica» Verónica, niña acogida por Mari Carmen por no poderla tener sus padres a causa de sus comportamientos "ella, esquizofrénica, él, de carácter fuerte y un tanto violento" puede volver a su casa paterna porque así lo ha decidido un juez de Huelva. El caso de Verónica es uno de los muchos casos que ponen de manifiesto que en este país las leyes van por una parte y la razón por otra. No vamos a discutir si la resolución del juez es la justa, que debe de serlo. Pero es evidente que a Verónica, tras pasar tres años en un hogar que se la quiere y en el que está completamente integrada, se le puede hacer una mala pasada. Por eso, su madre de acogida, pese a que la resolución es firme, está agotando todos los medios que tiene a su alcance para evitar el regreso de la niña a tierras onubenses, pues lo más probable "señala" es que, tarde o temprano, la tengamos que volver a acoger. Y si la pasada semana se entrevistó con el director de la oficina que defiende los intereses y derechos del menor, ayer, acompañada por éste, se entrevistó con Fernanda Caro, consellera de Benestar Social, quien nos confesó que van a intentar que el Defensor del Pueblo del Gobierno andaluz haga un seguimiento de este caso y estudie el entorno que acogerá a Verónica a partir de que haya terminado el curso 2000-2001, puesto que, como ya les contamos a ustedes, esa resolución dicta que el retorno a la casa paterna debe de hacerse de forma espaciada, cosa en la que los padres están de acuerdo. Y Mari Carmen, también.

Mari Cruz y Juan Alberto, de moda
Mientras Juan Alberto Belloch nos atendía en el saloncito del primer piso del recogido hotel Borne, su novia, Mari Cruz Soriano, se fue a dar una vuelta por los alrededores, bajo la lluvia, oculta tras unas gafas oscuras, que es lo mejor para evitar salir en las fotos con los ojos cerrados. Entró en Pans & Company a comprar cigarrillos en la máquina. Como el cambio no le cuadró, cambió en la barra, regresó a la máquina, introdujo las monedas exactas y sacó la cajetilla de tabaco. Rubia, con abrigo claro y alta, logró pasar desapercibida allá por donde fue, que no fue muy largo, pues a la hora regresaba al hotel del que saldría poco antes de las dos de la tarde para almorzar con Juan Alberto en el Gran Hotel.(l Foto: T. Monserrat)