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Pedro Antonio Oliver Sanmartín tiene 83 años, trabajó durante toda su vida de jornalero en un invernadero en la localidad de Sant Jordi, y ahora apura la recta final de la misma vigilando los coches de uno de los aparcamientos de Son Dureta, en el que, según sus propias palabras, lleva 28 años como guardacoches.

Pedro Antonio es un hombre bajito, simpático y con la cabeza muy bien amueblada, tanto, que recuerda tiempos pasados, algunos remotos, como si se tratara de ayer.

Nacido en Algaida, es pariente lejano del president Antich. «Por parte de su madre, ¿sabe? Soy primo del padre de ella. Pero el presidente Antich y yo no hemos hablado nunca. Por eso creo que ni me conoce».

De sus mocedades recuerda que en Algaida había muchos republicanos. Recuerda que a uno de ellos, que era cartero, se lo llevaron una mañana «los otros» y lo mataron. «También mataron a mi abuelo. Aquella noche mataron a nueve». Recuerda también a Capellà, el maestro, «a quien llamaban Mingo Revulgo. Se tuvo que ir, ¿sabe?».

Pedro Antonio está viudo, tiene dos hijos y cuatro nietos. Siempre que no llueva, o que no se trate de un sábado o un domingo, uno de sus hijos le lleva hasta el aparcamiento cada mañana y lo pasa a buscar a media tarde. Dice que no todos los que dejan el coche dan propina. «Los 20 duros no crea que los dan muchos; que lo que más dan son cinco duros. Pero no me quejo. Además, aquí me entretengo».