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El propietario y director de unos de los establecimientos más emblemáticos de Can Pastilla, el hotel Balear, Antoni Mayol, que puede representar al pequeño hotelero que únicamente tiene un hotel y que es gestionado por toda la familia, como sucede en este alojamiento turístico de tres estrellas y 126 plazas, acompañado de su mujer Catalina e hija Marga, para ver qué impacto puede tener la ecotasa.

En este caso, Mayol indica que «para nosotros nos va a suponer pagar al año en torno a unos 3'4 millones de pesetas por las 20.000 estancias que contabilizamos. El problema que tenemos que solventar con cierta resignación es la forma de cobro, puesto que ya hemos debatido a nivel familiar que habrá serios problemas para poder cobrarla a determinados clientes, por lo que no es descabellado pensar que habrá que solicitar ayuda para cobrar la ecotasa, dado que no todo el mundo que se aloja en los hoteles pequeños, principalmente gente de paso que no son turistas, va a entender por qué tiene que pagar este impuesto, que no es tal sino una simple multa que tiene que pagar el hotelero».

La pregunta que en su opinión debería de haberse hecho a la población no es la relacionada sobre si el turista debe pagar un impuesto, «sino si se está de acuerdo en que sea el hotelero el que pague la ecotasa. Aquí, hay una cuestión básica y es que un hotel ya paga suficientes impuestos para paliar su impacto y coste social. Así, pagamos una contribución territorial urbana 35% superior a la que paga cualquier edificio que tenga los mismos metros cuadrados que un hotel. Nosotros, por este concepto desembolsamos 1'1 millones de pesetas por un edificio que ocupa 540 metros cuadrados, cuando un edificio residencial paga mucho menos. Lo mismo sucede con el impuesto municipal para la incineradora, que nos supone un coste anual de 380.000 pesetas, un 400 por ciento más que el que paga cualquier particular con nuestra misma superficie de edificio».

Aquí, Antoni Mayol explica que el consumo de territorio de un hotel es limitado, «pero el consumo de territorio que realiza la segunda residencia o las viviendas que alojan a turistas de alquiler o bajo otro régimen, es mucho mayor que el que realiza un turista que se aloja en el hotel. En este tema ha habido mucha demagogia por parte de los políticos, que es le que ha provocado la demonización del turismo de masas, que es el que menos territorio consume».