La fiesta languideció a las seis de la mañana, mientras el son lastimero del fabiol plañía frente a la parroquia de Sant Esteve para despedir al Caixer Capellà y, con él, al primer Sant Joan del milenio. El notificador municipal, Sebastià Salort, dejó de soplar tras 40 horas ininterrumpidas de aliento y varios centenares de nostálgicos dedicaron un cerrado aplauso a Sant Joan. Luego llegaron las lágrimas y un «Fins l'any que vé, si Déu vol» retumbó en el oído de cada uno de los presentes.
Ciutadella despide entre multitudes sus primeras fiestas del nuevo milenio
El 'darrer toc de tambor i fabiol' cerró, a las seis de la mañana, un Sant Joan vivido intensamente y sin incidentes de importancia
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