A l fin. Los transportistas han decidido firmar un convenio
colectivo que perdurará durante tres años poniendo así puntos
suspensivos a un conflicto que ha llenado de titulares escandalosos
los telediarios de toda Europa hace pocos días. La imagen de
Balears ha salido herida y por ello debemos felicitarnos por el
acuerdo alcanzado ayer, aunque llegue un poco tarde.
El colapso de nuestros tres aeropuertos durante tres días es
algo que una Comunitat exclusivamente turística como ésta no puede
permitirse y no debía haberse tolerado. Pero ya está hecho y ahora
sólo queda intentar recoger los platos rotos y recomponerlos en
forma de campañas publicitarias que traten de mejorar la imagen
balear en el exterior y ganar terrenos a los competidores.
Ocurre en este caso que las condiciones laborales de los
chóferes adolecían de muchas cosas y tal vez los afectados se han
visto obligados a actuar por las bravas para llamar la atención
sobre una situación insostenible. Los perjudicados hemos sido
todos, especialmente el sector turístico y el medio millón de
turistas atrapados en los aeropuertos. Pero bien está lo que bien
acaba y al menos de todo este lío se saca algo en limpio, que será
la mejora de la calidad de vida de los conductores de autocares,
que contarán a partir de hoy con descansos, salarios, horas extras
y jornadas laborales bien reglamentadas, algo del todo justo y
exigible.
Aunque, como ha dicho el presidente de la patronal del sector,
sea lamentable que este acuerdo no haya podido alcanzarse antes de
la huelga, que siempre debe ser el último recurso. Tenemos ante
nosotros tres años de paz social en un sector que se ha revelado
clave en el negocio del turismo y, por ende, no puede dejarse a su
suerte. En este tiempo de tregua habrá que solucionar de forma
definitiva todos sus problemas.
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