La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de niños de Son Dureta ya ha
registrado, cuando apenas ha comenzado el verano, ocho ingresos por
ahogamientos. Una cifra a la que hay que sumar las muertes que han
acontecido "más de media docena" y que no llegan ya a la UCI o los
casos de semiahogamiento que se puedan atender por los servicios de
urgencias.
Estos datos ponen de manifiesto la dimensión de un problema que
en la mayoría de casos podría haberse evitado si se hubieran
extremado las medidas de prevención y la vigilancia de los menores
en el agua. Estos ocho casos que se llevan por ahora contrastan con
los cuatro que hubo en el año 2000. En 1999 se produjeron once
ingresos por ahogamiento en la UCI pediátrica (hasta 14 años) y en
1997, diez.
La media de los últimos cinco años es de en torno a los diez
casos anuales. Este año, todavía a principios de julio y con todo
el verano por delante, ya se llevan ocho casos. Aproximadamente dos
tercios de los casos se recuperan completamente y hay un tercio que
o queda con secuelas importantes derivadas de los daños
neurológicos en el cerebro por la falta de aire o se muere.
Llamada de atención a los padres
Los doctores De Carlos y Reinés, de la UCI pediátrica, explican que
en la mayoría de casos son niños que se ahogan en piscinas (90%)
tanto públicas como privadas y «prácticamente siempre son descuidos
o despistes» de los cuidadores «que cuando se dan cuenta el niño ya
está en la piscina».
En este contexto, dan un toque de atención a los padres: «Tienen
que estar vigilantes cuando están en una piscina o en el mar. Que
no se dediquen a tomar el sol o a leer los periódicos mientras el
niño se pasea. Es un riesgo enorme, señala Román.
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