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El punto más destacado del pleno extraordinario celebrado ayer en el Ajuntament de Palma fue el tenso debate entre la presidenta de EMAYA, Maria Crespo, y la oposición en Cort acerca de la subida de las tarifas del agua, el alcantarillado y el servicio de recogida de basuras. En su primera intervención para explicar las causas de la subida, Crespo señaló que «se pretende gravar a quien más consume y favorecer a la gente con pocos recursos», dijo, y señaló que el incremento del precio del agua es de un 10%, «debido sobre todo a la obligación de tener que comprar 18 millones de metros cúbicos de agua al Govern», añadió.

Por su parte, el regidor del PSM-EN Gabriel Barceló lamentó que la subida se anunciase «antes en la prensa que en el consejo de administración de EMAYA», dijo y consideró excesiva la subida del «23% en la recogida de basuras y del 15'8% en alcantarillado», añadió. «Hay mala gestión y mala planificación», resumió. En la misma línea se pronunció la regidora del PSIB-PSOE Rosa Marquès, quien acusó a Crespo de «hacer demagogia» y de estar actuando «de forma irresponsable y con poca seriedad» a la hora de dirigir EMAYA. El regidor de EU-EV Jordi López no aceptó los argumentos de Crespo sobre la subida e indicó que «cuanto más bajo es el consumo de agua más paga la gente», dijo, y señaló que Crespo no seguía «las directrices europeas sobre el uso eficiente de los recursos hídricos», resumió.

«Los problemas no se resuelven subiendo tarifas y castigando a los ciudadanos» indicó, por su parte, el portavoz de UM, Ferran Trujillo, quien dijo que en EMAYA la política de incentivación del ahorro era «inexistente», resumió. En su turno de réplica, Crespo indicó que a una familia de tres miembros el agua le cuesta una media de «sólo 100 pesetas al día, que es el precio de compra de objetos de uso cotidiano», dijo, y puso como ejemplos, entre otros, la adquisición de un bolígrafo, una barra de pan o un periódico. Esta última intervención motivó las protestas de todos los partidos de la oposición, que consideraron que Crespo no había respondido «con seriedad» a las críticas que se le habían planteado.