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La Cruz Roja y la Conselleria de Benestar Social han puesto en marcha un programa experimental de atención a los toxicómanos que se encuentran internados en el centro penitenciario de Palma. Del total de 850 presos que forman la población reclusa, alrededor del sesenta por ciento, entre 500 y 550, es drogodependiente. La mayoría consumen heroína y cocaína varias veces al día y tienen un historial de diez años de media de consumo. También, está generalizada la utilización de la vía parenteral, las tentativas terapéuticas previas son frecuentes y existe una elevada prevalencia de infección con el VIH.

Por eso, si hasta hace poco la única posibilidad de tratamiento existente era a base de metadona, a partir de este programa, los presos interesados reciben, además, terapia psicológica y la posibilidad de participar en talleres sobre sexo seguro, consumo de drogas con menos riesgo o sida, según apuntó ayer el director general de Serveis Socials de la Conselleria, Antoni Sancho. El programa, para el que el Govern aporta 5.019.752 pesetas, tiene por objeto continuar el tratamiento que algunas personas habían iniciado en los centros de la Cruz Roja y que fue interrumpido por la detención e ingreso en el centro penitenciario, aunque se amplia a todos los toxicómanos que manifiesten su deseo de atención.

De este modo, se pretende aprovechar el espacio penitenciario y el tiempo que está allí interno el drogodependiente para conseguir el abandono de las drogas. En cuanto al personal que participa en este programa, es el designado por Cruz Roja (un titulado superior -psiquiatra o psicólogo- y otro de grado medio, ATS o asistente social), con el visto bueno de la dirección de la institución penitenciaria de Balear. Su misión es doble, por un lado el trabajo terapéutico con los drogodependientes y, a la vez, la formación del personal de la prisión.