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El arbitraje impuesto por el Gobierno para que terciara en el conflicto "casi eterno" entre la compañía aérea Iberia y el sindicato que representa a la mayoría de sus pilotos, SEPLA, parece que ha dado buenos resultados. Sobre todo para los pilotos, que han visto satisfechas muchas de las reivindicaciones que les eran negadas una y otra vez por la empresa. Ha ocurrido, después de armar mucho ruido y escándalos poco recomendables, lo que ocurre siempre, que los pilotos "que son quienes tienen la sartén por el mango, como se suele decir" han logrado casi todo lo que se proponen, por descabellado que sea.

Pues no olvidemos que son un colectivo privilegiado, con enormes responsabilidades también, pero que plantea unas exigencias astronómicas porque sabe que las obtiene cada vez que organiza una huelga capaz de mantener en vilo a medio país en el inicio de la temporada vacacional.

Así, el laudo dictado por el mediador en el conflicto "un compromiso que se supone que acerca posturas entre las dos partes y evita que haya vencedores y vencidos" contiene datos sorprendentes para la mayoría de los ciudadanos. Por ejemplo, una paga extraordinaria para este año de más de mil millones de pesetas "a repartir entre 1.800 pilotos que ya cobran unos cuarenta millones anuales", que contrasta muy llamativamente con las condiciones de cualquier convenio colectivo de cualquier sector laboral. Mientras los españoles intentan «rascar» al menos el IPC para su incremento salarial anual, estos señores logran cifras multimillonarias, además de muchos otros privilegios y promesas, a base de forzar pulsos al Gobierno y a la empresa. Un pésimo ejemplo de cómo utilizar los derechos sindicales, aunque tendremos que felicitarnos por contar con un acuerdo de paz que durará cuatro años.