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El reportero de este diario se introdujo en una de estas colonias turístico-lúdicas y germanísimas, concretamente en la aparecida en la zona de s'Arenal palmesano, para recabar información del porqué de sus preferencias por cierto balneario mallorquín finalizado en 6 y en particular de la supuesta necesidad que tienen los jóvenes alemanes de comer chucrut y salchichas y de beber cerveza patria allende de sus fronteras.

Dos animadísimas animadoras alemanas, Julia y Sandra, naturales de Frankfurt, comentaron que «es lógico que hayamos venido aquí a divertirnos. Gracias a los medios de información de nuestro país todos los jóvenes alemanes sabemos que en las Balears se organizan las mejores y más salvajes fiestas de Europa».

Con esta afirmación coinciden plenamente los cinco integrantes de un equipo juvenil de balonmano que se encuentran en el mismo local. Etílicamente eufóricos insistieron en que «además de lo espectacular de las fiestas que se celebran en s'Arenal y de las chicas que nos encontramos, aquí no hay malos rollos. La gente viene sólo a divertirse, a beber mucho y no a pelearse. El malhumor se queda en casa», agregan.

Jens y Johannes, dos amigos de Hamburgo de 24 años, han llegado a Mallorca para pasar una semana de fiesta. Entienden el estupor de los autóctonos al ver que los alemanes que veranean en Platja de Palma muestran un desinterés tan aparente por las costumbres locales y por el contacto con los isleños, pero se justifican diciendo que «por ejemplo, nosotros dos sólo tenemos una semana libre después de los exámenes. Después tenemos que trabajar. Por eso no hemos programado ninguna visita de tipo cultural. Sólo queremos liberarnos del estrés acumulado durante el curso y divertirnos bien. Y en Alemania todos sabemos que el sitio ideal para que los jóvenes nos divirtamos sin pensar en más cosas y que además ofrece playa, sol y buen ambiente es Ballermann».