«La verdad es una y no cambia, lo que es verdadero ahora lo es
siempre, lo que cambia es la aplicación de la verdad», quien así se
expresa es Eduardo Bonnín Aguiló, creador del movimiento «Cursillos
de Cristiandad» en los años cuarenta y protagonista de un libro,
que será presentada el próximo mes de septiembre, escrito por
Eduardo Suárez del Real Aguilera. En el libro, «Eduardo Bonnín, un
aprendiz de cristiano», escrito con formato de entrevista, se habla
largo y tendido de la creación de los cursillos; además de
adentrarse en la vida y la labor cristiana de Eduardo Bonnín.
«Yo siempre me presento diciendo que soy un aprendiz de
cristiano, no me gusta decir nada más», afirma Bonnín a modo de
presentación. Nacido en Palma, el 4 de mayo de 1917, en una casa
que estaba ubicada en el mismo lugar que hoy ocupa el Bar Niza,
junto a la Plaça d'Espanya, reconoce la gran influencia de su
abuelo materno, Jorge Aguiló, en su interés por la lectura y por
hacer el bien a los demás. Los iniciadores de los «Cursillos de
Cristiandad», junto al propio Bonnín y tal y como él explica en el
libro, «cuando se habla de fundadores, tenemos que pensar en siete
personas que intervinieron de una manera directa» fueron José
Ferragut, Joan Mir, Jaume Riutort, Andrés Rullán, Bartolomé Riutort
y Guillermo Estarellas y el propio Bonnín.
«Los 'Cursillos de Cristiandad' son un movimiento que, mediante
un método propio, intenta desde la Iglesia que las realidades de lo
cristiano se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en
la creatividad de la persona, para que, descubriendo sus
potencialidades y aceptando sus limitaciones, conduzca su libertad
desde su convicción, refuerce su voluntad con su decisión y
propicie la amistad en virtud de su constancia en su cotidiano
vivir individual y comunitario», explica el propio Bonnín.
«Lo realmente humano es verdaderamente fascinante, por eso
siempre me ha llamado la atención. Si lo que quería conseguir era
un movimiento que sirviera para fermentar la vida ordinaria y no
para alimentar estructuras eclesiales, lo primero era tener claro
'cómo está el patio', cómo son esos ambientes en que el cristiano
tiene que convertirse en fermento y cúales deben ser sus actitudes
para fermentar», afirma Bonnín en el libro.
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