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El obispo de Mallorca, Teodor Úbeda, acompañado de los prelados de Menorca, Joan Piris, y de Eivissa-Formentera, Agustí Cortés, y de una amplia representación del clero mallorquín, concelebró ayer en la Catedral de Palma la misa funeral en memoria de su hermana mayor, Maria Úbeda Gramage, fallecida a los 87 años de edad tras una larga enfermedad. Acompañaron al obispo de Mallorca quince canónigos y unos doscientos sacerdotes. La misa funeral comenzó con el canto de «Quina alegría», del padre Martorell, y a continuación el obispo introdujo la ceremonia afirmando que «el motivo de nuestra esperanza es que si morimos en Cristo, también viviremos con él».

Catalina Mir, gran amiga de la fallecida y en representación de la Fundació Joana Barceló, leyó la introducción a las lecturas, que fueron realizadas por Xavier Bonet, director de Cope: sor Maria Rigo y el diácono Carlos Foz. El momento más emotivo fue la homilía, en la que monseñor Úbeda destacó la gran fe de su hermana María, su discreción y su saber estar, «siempre en un segundo plano, sin querer destacar», y explicó el gran amor de su hermana por Jesús. «En su larga agonía nos dio ánimos a todos, a Nieves, quien durante años ha estado con nosotros; a nuestra sobrina Maria José y a mí», explicó Teodor Úbeda, y añadió: «Ya firmaría yo para morir como ha muerto mi hermana María».

Centenares de mallorquines asistieron al funeral, destacando la presencia de numerosos religiosos y religiosas, incluso monjas de clausura, miembros del Opus Dei, Hermandad del Rocío y representantes de distintas instituciones vinculadas a la Iglesia, que quisieron acompañar al obispo en estos momentos de dolor.

La representación institucional estaba formada por la vicepresidenta del Parlament, Francesca Bennàssar; los concejales de Palma Joan Bauzá y Gaspar Oliver, y la consellera de Benestar Social del Consell de Mallorca, Josefina Sintes. No asistió ningún conseller del Govern. Por la mañana se personaron en la clínica Rotger la delegada del Gobierno, Catalina Cirer; el vicepresidente Pere Sampol y la consellera Salom, entre otras autoridades, para expresar su condolencia al obispo..

Con gran serenidad y a la vez con profunda emoción recordó don Teodoro a su hermana: «María no está con nosotros físicamente, tampoco escuchamos su voz, pero estoy seguro de que está a nuestro lado apoyándonos en todo momento, tal y como hizo siempre», y citó sus palabras despedida: «He hecho un largo camino y he tratado de servir a Dios lo mejor que he podido. Creo en Dios y ahora lo que deseo es encontrarme con él». Por ello apuntó el obispo: «Tenemos que hacer de esta celebración una fiesta. Porque es más grande su resurrección que nuestro dolor».