Tras encontrar el lugar adecuado lo que se trata es de llamar la atención. Foto: J. AGUIRRE

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Si llevar un pareo requiere su arte, venderlo, también, y desde luego mucho más si es en plena playa, bajo un sol que se hace sentir. Pues bien, la joven y bella Aurely, no sólo los luce y los vende, sino que, además, enseña a colocárselos, ya sea en torno a la cintura, alrededor del pecho o en la cabeza. De verdad que es un espectáculo verla trabajar, ayudada en todo momento por su amigo Jean. Ambos son de Marsella. Él estudia Biología y ella Márketing. Ambos están en Mallorca de vacaciones, pero dedicando parte de su tiempo de ocio a vender pareos.

Llegan a media mañana a es Trenc, buscan un sitio sobre la arena, a ser posible con gente, extienden la mercancía, y ella, para llamar la atención, se coloca los pareos, pasea con ellos sobre una imaginaria pasarela, y cuando alguien reclama sus servicios, se acerca, le muestra la mercancía, le dice el precio y le enseña a colocárselos. «Los precios oscilan entre las dos mil y tres mil pesetas, depende del tamaño. En cuanto a los colores, como pueden ver, son muy variados», dice. Las ventas dependen del día. «Los hay mejores y peores». Le preguntamos si venden al día cien pareos y responden que no, que «muchos menos», que «ojalá vendiéramos cien».