Noticias publicadas recientemente revelan algunos datos muy
clarificadores sobre la situación que ahora mismo está viviendo
Palma. Ha crecido la población hasta alcanzar los 350.000
habitantes "314.000 en 1998", con ello ha subido también de forma
espectacular la creación de nuevos hogares, la venta de viviendas,
el precio de éstas, los problemas para matricular a los niños en
los colegios elegidos... en fin, una retahíla de novedades que se
derivan muy directamente de este aumento poblacional tan repentino
y fuerte.
A pesar de los esfuerzos realizados últimamente por el
Ajuntament para mejorar las infraestructuras de la ciudad, con las
consiguientes molestias para los palmesanos y sus visitantes,
todavía es necesario emprender nuevos proyectos de mejora.
A nadie se le escapa una realidad bien patente que demuestra que
ya no cabemos. En Son Dureta faltan camas hospitalarias "estamos a
la cola del país", en Palma faltan aparcamientos "Cort intenta
remediarlo construyendo unos cuantos" y, sobre todo, la densidad de
tráfico se ha vuelto insoportable. Los accesos a Palma son el
ejemplo más notable, pero el presupuesto del Govern no alcanza para
ampliar este año el número de carriles de la Vía de Cintura y las
obras previstas deben aplazarse. Es una mala noticia para el
sufrido conductor de esta Isla, que pierde a diario un tiempo
precioso en atascos y esperas y más aún en verano, con la avalancha
de turismos alquilados. Palma requiere con urgencia un plan de
accesos, consensuado entre Govern y Cort, para descongestionar las
entradas y salidas de la ciudad.
Pero aunque las ampliaciones presupuestadas se hagan, el
problema persistirá porque nos hemos acostumbrado a un modo de vida
que ya no puede dar más de sí. El transporte público entre Palma y
los pueblos es muy mejorable y, en muchos casos, la única
alternativa es el coche. Pero ¿hasta cuándo?
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