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Un año más, el actor y director Peter Ustinov se encuentra en Mallorca para disfrutar de sus tradicionales vacaciones. Llegó ayer mismo al hotel Formentor, su residencia habitual, con su esposa. Venía desde Alemania donde había dado un concierto y es que Ustinov es además, director de orquestas y en sus últimos años se ha incrementado su actividad en este arte. Su vida en la Isla transcurre con total tranquilidad; se levanta tarde y a las doce y media queda con dos marineros de su barco, un velero de madera de dos palos que tiene medio siglo de antigüedad. Una zodiac roja se acerca al muelle y los marineros le esperan. «Siempre llega con algo de retraso», comenta uno de ellos.

Así es, cerca de la una del mediodía, un vehículo se acerca a la valla que da acceso al pantalán y Ustinov baja. Con una camisola blanca, que deja ver tan sólo la parte baja de su bañador, a cuadritos amarillos y negros, y bastón en mano, uno de los rostros más conocidos del antiguo Hollywood, saluda amablemente y agradece a sus marineros y chófer sus servicios. Y es que pese haber sido premiado con dos Óscar de la Academia y poseer una de las carreras cinematográficas más prolíficas, este actor londinense es simpático y dicharachero con todo el mundo, contesta a las preguntas con total cordialidad aunque, eso sí, pide, por favor, sentarse en el muro, «me duelen las piernas si estoy mucho tiempo de pie».

Con ochenta años, Peter Ustinov, aunque algo lento en sus movimientos, posee una extraordinaria apariencia y vitalidad. Son ya cuarenta años los que unen a este polifacético personaje a Mallorca, «son ya tantos años que he perdido la cuenta», confiesa. En cuanto a su estancia aquí se quedará hasta el cuatro de septiembre, «quiero pasar unos días tranquilo». Afirma estar cansado y que el viaje hasta aquí ha sido muy duro, «he estado en el avión muchas horas. Tuve un concierto el jueves en Suecia y el sábado en Alemania». Su amor por Mallorca le viene de lejos, «tengo familiares italianos, concretamente de Venecia, que emigraron a Mallorca. De aquí me gusta todo, sobre todo, sus paisajes y su tranquilidad».

Pese a las dos estatuillas ganadas por sus papeles en «Espartaco» de Stanley Kubrick y «Topkapi» de Jules Dassin, Ustinov se define principalmente como escritor: «ante todo soy escritor. Es un trabajo más difícil que actuar porque escribiendo tienes que conseguir llegar a los sentimientos de la gente». Ahora está dedicado casi por completo a la música, tiene cinco CD's en el mercado y da conciertos por distintos países. Pese a todo, no ha dejado de actuar, «en otoño trabajé para una producción de una cadena canadiense haciendo de inquisidor, ahorqué a unas veinte brujas de Salem y me sentí muy bien». El año pasado, Ultima Hora reconoció la trayectoria de este personaje concediéndole el Siurell d'Honor, «lo tengo encima de la chimenea», comenta.