Agosto es un mes muerto para muchas actividades que no tengan que
ver con el ocio y el descanso. Pobre del que precise de algún
servicio urgente o tenga la necesidad de realizar cualquier gestión
durante estos días. Pero siempre hay excepciones, oasis en medio
del desierto y uno de ellos es la Universitat de les Illes Balears.
Aunque la vida en el campus pueda parecer extinguida, no son
pocos los rincones en los que se mantiene una actividad silenciosa
pero, quizá por ello, muy provechosa. Son los laboratorios de las
facultades de ciencias, que durante estos días de sofocos y apatía
para la mayoría son aprovechados por muchos profesores
universitarios para avanzar en sus investigaciones a salvo de
interrupciones, tutorías y de la dictadura que el reloj ejerce
durante el curso.
Los laboratorios de física, química, biología, ciencias de la
tierra, genética o animática son algunos de los que más actividad
registran, mientras que los docentes de las carreras de letras no
tienen tanta necesidad de acudir físicamente a los despachos y en
ocasiones avanzan trabajo desde sus propias residencia de verano.
El profesorado de la UIB suele realizar acto de presencia en el
campus de vez en cuando o bien aprovecha este tiempo de canícula
para asistir a congresos, universidades de verano o impartir
conferencias.
El calor no es óbice para que más de un docente e investigador
mantenga una cierta actividad académica que, por otro lado, no sabe
de calendarios ni termómetros. Teóricamente, también los servicios
administrativos de la Universitat mantienen personal de guardia
para atender a posibles alumnos interesados, si bien no hace falta
insistir en que no son las mejores fechas para poner al día
expedientes o realizar muchas preguntas.
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