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La verdad es que la vida no ha tratado bien a Dopico
No sé si ustedes, sobre todo gente metida en el mundillo musical de los años 70, le recordarán. José Manuel Dopico, se llama. Yo, desde luego, no tenía ni idea de lo que se había hecho de él. Pues bien, Dopico "así firmaba sus discos", 50 y tantos años, no es ni sombra de lo que fue. Días atrás me lo encontré en Can Gazá, un hospedaje para sin techo, donde vive felizmente. La noche anterior había estado en Magaluf cantando para unos alemanes. De ese modo mata el gusanillo y se saca unas pelillas con las que ir tirando, pues no dispone de otros ingresos. ¿Echamos la vista atrás? ¡Venga! En el año 1964, junto con un amigo suyo, Alberto Gester, fundó los Doger, con los que grabó algunos discos. Dejó el grupo y se fue a Alemania, «y cuando regresé decidí cantar solo. Me presenté al festival de la Costa Brava y lo gané. Las cosas me rodaban bien, componía, cantaba, no me faltaba el trabajo y me lleva bien con todo el mundo». Y al decir con todo el mundo menciona a los Beta, Bohemios, 5 del Este, Los Javaloyas, Paco Ros, con quien hizo arreglos para algunas canciones. «Todo iba bien. Canté en Tito's, Tagomago, Dr. Zhivago, Es Fogueró cuando estaba Pep Casas...». Dopico se casó con una inglesa, con la que tuvo una hija, y a los pocos años comenzaron los problemas. «El error que cometí fue que puse a su nombre todas mis propiedades. Nos separamos y me dejó sin nada. Cosas que pasan en la vida. ¡Mala suerte!». Dopico sin darse cuenta se apoyó en el alcóhol, un amigo en según qué casos que a la larga se convierte en un enemigo. «Tengo que decir una cosa: reconozco que he bebido, pero también tengo el orgullo de poder decir que nadie me ha visto por la calle haciendo eses. Pero no sólo bebí por ese problema. Antes, cuando tenía dinero, tuve una sala de fiestas en Magaluf, 'El Quijote'. Como la sala era mía y su bodega también, bebía lo que quería, pero iba siempre claro, pues tenía que estar al corriente de todo y, encima, cantar».