Una vista general de las chabolas, adosadas a la pared, y rodeadas de «trastos». Foto: J.A.

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En el solar seguramente más caro de Mallorca, sito a la derecha del edificio de GESA según se mira desde la autopista, hay cuatro chabolas y dos tiendas de campaña habitadas, y algunas, como la de Juanito, desde hace quince años. Llegar hasta allí es fácil o, según cómo se mire, difícil, pues hay ratas cobijadas entre las toneladas de basuras y chatarras que hay por doquier. Ratas como conejos que huyen como alma que lleva el diablo a poco que te ven llegar. Por eso, si se aventuran, ¡cuidadín!

Ayer, cuando estuvimos en el lugar, nos encontramos con que en la primera chabola no había nadie, en la segunda estaba Juan, en la tercera, Juanito y en la cuarta, una pareja pero ¡ojo!, pareja porque son dos, pero que nada tienen que ver. Primero llegó el, construyó la chabolla y luego llegó ella y le cedió una habitación de la misma. Porque, aunque parezca imposible, en la chabola de la pareja, aparte de dos camas, hay dos habitáculos. ¿Que por qué viven ahí? Porque no tienen otro lugar, «y como no tenemos medios económicos para poder irnos de alquiler, nos hemos de quedar aquí», dicen.

En verano allí no se puede aguantar de calor y de olor y, en invierno, te mueres de frío, ya que al no tener luz, no se pueden calentar a no ser que dejen prendida la hoguera que sirve para cocinar, lo cual es un peligro. Y cuando llueve aquello se encharca que para qué les cuento. Sin embargo, sobreviven. ¡Qué remedio! La mujer nos dice que han pedido que les den una casa vacía del Ibavi, pero se lo han denegado. «Somos buena gente "dicen" y si vivimos en estas condiciones es porque no tenemos otras mejores. ¡Qué más quisiéramos que irnos de aquí! Pero no podemos».

El viejo Juanito, guardacoches cuando hay feria en el recinto ferial próximo, que lleva allí 15 años, y que tiene seis hijos, tres casados con payas y tres con gitanas, asegura que «si nos echan de aquí nos buscaremos la vida en otro lugar». La convivencia entre aquella vecindad es buena. El problema surge cuando alguien de afuera llega con intención de incordiar. Pero, a lo que se ve, lo solucionan. Así que, cuando construyan en el solar, ¿qué hacemos con ellos?