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Harri Holkerie, ex primer ministro de Finlandia, negociador ante el IRA para el proceso de paz en Irlanda del Norte y hasta el pasado día 10 de septiembre "víspera del día fatídico" secretario de la Asamblea General de la ONU, se desayunó con el estruendo del choque del avión contra la Torre Gemela. Desde Santa Ponça, donde pasa unos días de descanso, nos relata cómo vivió aquella terrible experiencia: «Efectivamente, el día 10 terminé mi misión en la ONU; el día 11 por la mañana estábamos en el comedor de Naciones Unidas haciendo un desayuno, en el que se acostumbra a rezar, cuando escuchamos el gran estruendo. ¿Ha sucedido algo?, preguntamos. Alguien se acercó y nos dio la noticia: un avión se ha estrellado contra la torre del World Trade Center. Todos pensamos que se trataba de un accidente, no de una acción terrorista. Y desde luego que se trataba de un avión pequeño, nunca de línea regular».

Poco después la televisión disipó todas las dudas mostrando cómo un segundo avión chocaba contra la otra torre. «Fue alucinante "rememora". Todo el mundo quedó convulsionado. De forma urgente nos evacuaron de Naciones Unidas, pues se sospechaba que un nuevo avión podía estrellarse contra el edificio. Al principio quedamos todos paralizados, luego, poco a poco, la gente se iba indignando y enfadándose por momentos; la rabia contenida se desató; 'algo habrá que hacer', decían algunos; otros, por el contrario, temían que se desatara la violencia, que alguien comenzara a pegar tiros. Era el caos».

Y añade: «Menos mal que Bush demostró ser muy prudente en aquellos instantes. Y mejor seguir demostrando esa prudencia hasta ahora. La paciencia es lo más aconsejable en estas circunstancias. Porque seguro que en algún momento van a utilizar la fuerza, pero eso será cuando sean conscientes de donde está el culpable». Para Holkeri, el terrorista saudí Osama Bin Laden está tan protegido, «que si no es a través de las fuerzas especiales va a ser difícil localizarlo y sacarlo de su escondite», por lo que da a entender que un ataque a discreción se podría saldar con un balance con muchas vidas de inocentes.