Se está gestando en Palma una plataforma cívica que intenta
detener los proyectos de construcción de varios aparcamientos
subterráneos en el centro de la ciudad y en la zona de la Avingudes
por temor a destruir importantes yacimientos arqueológicos. La idea
es respetable, desde luego, pero hay que mirarla con cierta
perspectiva.
Palma hoy es una ciudad grande, mal comunicada, colapsada por el
tráfico y que, además, soporta una población flotante
importantísima. Y a todos esos problemas de hoy hay que buscarles
solución. El Ajuntament lo está intentado y, por supuesto, hay que
exigir de antemano un cuidado extremo a la hora de rescatar y
valorar los posibles hallazgos que puedan hacerse. De todos es
sabido que Ciutat ha sido ocupada por el ser humano desde tiempos
muy antiguos, y las distintas civilizaciones, desde romanos a
árabes, pasando por judíos y cristianos, han dejado aquí sus
huellas. Pero la vida sigue, el progreso lo arrasa todo y hoy por
hoy tenemos una Palma que queremos mejorar. La idea de construir
párkings subterráneos cerca de las Avingudes puede ser una salida a
la saturación automovilística siempre que el centro se peatonice lo
más posible y que se priorice el transporte público entre el centro
y los barrios.
A la hora de emprender tan largas y complejas obras hay que
dejar a los arqueólogos que hagan su trabajo y se tomen todo el
tiempo necesario. De producirse un hipotético descubrimiento de
máxima importancia, naturalmente que habría que alterar los planes
iniciales para salvaguardar el tesoro. Y en casos de menor interés
siempre pueden sacarse, catalogarse, estudiarse y exhibirse en el
Museo de Mallorca. Y Cort ya ha mostrado su intención de
hacerlo.
Salvaguardando nuestra riqueza arqueólogicva, debemos
profundizar en la defensa de un centro histórico con menos
automóviles y un adecuado transporte público ccordinado con una red
de aparcamientos subterráneos en lugares estratégicos.
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