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La globalización «existe desde el principio de los tiempos y para muchos es sinónimo de explotación de los más pobres, que no es más que un mito sin fundamento», ya que, en realidad, «reduce la pobreza», afirmó ayer el subgerente del Banco Interamericano de Desarrollo, Antonio Vives. En la conferencia que, bajo el título «Globalización: ni ogro ni panacea», impartió en la Escola d'Hostaleria de la UIB, organizada por la Fundación Cátedra Iberoamericana, Vives reconoció la gran confusión que existe sobre este término.

Para este mallorquín afincado en Washington, globalización es «el proceso mediante el cual aumentan las interrelaciones económicas, políticas, culturales, sociales y ambientales entre los habitantes del globo y sus instituciones, en diferentes continentes». Y este proceso, aseguró, «no es sólo de nuestra época y tiene cosas buenas y malas». «Lo bueno "dijo", es que en promedio, el mundo se beneficia de ella, lo malo, que no todos se benefician por igual». Según aseveró, «uno de sus aspectos más positivos es que ha equilibrado el poder entre los gobierno, el sector privado y las ONG, un triángulo mucho más saludable que cualquier monopolio».

Aunque defendió que medir la globalización es imposible, «sí se pueden realizar aproximaciones». Así, apuntó que «España ocupa el puesto 18 en la lista de los 20 países más globalizados», si bien el peso que el componente de las nuevas tecnologías es muy pequeño, en comparación con el financiero o el comercial». En cambio, EE UU sería un «país parroquial» de no ser por el fuerte peso de su componente tecnológico y el número uno del ránking lo ocupa Singapur.

Vives desmontó algunos de los grandes mitos que pesan sobre la globalización y mostró su convicción de que «ésta reduce la pobreza, pero lo hace muy poco a poco, con lo que las expectativas de enriquecimiento que se pudieron tener se han visto frustradas». Aunque defendió que la globalización es irreversible, opinó que sí es posible pararla «y los atentados del 11 de septiembre han provocado un frenazo», ya que «la economía se ha contraído, ha caído el tráfico de pasajeros, se han iniciado políticas de restricción de las migraciones y las multinacionales han iniciado un proceso de contracción».