Los «euromonederos» fueron ayer protagonistas de la jornada en el
primer día en el que las entidades bancarias facilitaron a los
ciudadanos monedas de la nueva moneda única europea para que todos
empiecen a familiarizarse con ella. En algunas oficinas de
distintas entidades bancarias se produjeron colas, poco habituales
en sábado, de personas que acudían con sus 2.000 pesetas para
obtener a cambio un «euromonedero». En la plaza de los patines,
junto a la carpa «Espai euro», una unidad móvil de «Sa Nostra»,
centró la atención de una cola de personas que poco a poco se hizo
con su primer euromonedero, en lo que significaba su primer
contacto con las monedas del ya casi presente europeo.
El tamaño, el color, el peso, todas las características
sorprenden, en algunos casos, y decepcionan, en otros. Pero todos
los ciudadanos que se acercaron coincidieron en la curiosidad
infantil que profesaronn al recoger las 43 monedas incluidas en el
«euromonedero». «A ver si las conocemos de una vez después de haber
hablado tanto tiempo», señaló una señora que acababa de bajar del
autobús y a la que aún no le había dado tiempo de abrir la bolsa.
«No sabía que se podían adquirir hoy (por ayer), pero he visto el
autobús y he parado a coger mis monedas», señala otra mujer que
acaba de incorporarse a la cola.
Las anécdotas no se hacen esperar en el grupo de personas, donde
los ciudadanos intercambian reflexiones y también las primeras
quejas. «Hay que agradecer a 'Sa Nostra' la puesta en marcha de
este autobús y el reparto de euromonederos a todas las personas,
porque he estado ya en dos oficinas bancarias y ninguna de ellas me
ha facilitado las monedas. En una me dijeron que no soy cliente y,
en la otra, que ellos no realizan el cambio», señala un caballero,
que tranquilo muestra su disgusto con el talante de los bancos.
Unas entidades que en muchos casos recibieron ayer más de 600
visitas.
La confusión también hizo acto de presencia cuando una mujer
subió al autobús para recoger su monedero y sorprendida recibió la
noticia de que la bolsa contiene dinero y por ella hay que abonar
2.000 pesetas. «No, yo vengo por el monederito que dan gratis con
el símbolo del euro», advirtió, segundos antes de rechazar el
canjeo de monedas y marcharse con gesto compungido. Dentro, en la
carpa que preside la Plaça Bisbe Berenguer Palou, el ir y venir
continúa. «Ahora pienso ir a por las monedas fuera, por la
novelería de que lo vean los niños», señala Pedro, un padre que
acompaña a sus dos pequeños en el espacio temático, quien además no
duda en señalar que la llegada del euro «será más fácil de lo que
la gente se piensa».
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