Miles de ciudadanos acudieron ayer a las oficinas bancarias para conseguir un «euromonedero». Foto: CURRO VIERA.

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JUAN MIGUEL LÓPEZ Los «euromonederos» fueron ayer protagonistas de la jornada en el primer día en el que las entidades bancarias facilitaron a los ciudadanos monedas de la nueva moneda única europea para que todos empiecen a familiarizarse con ella. En algunas oficinas de distintas entidades bancarias se produjeron colas, poco habituales en sábado, de personas que acudían con sus 2.000 pesetas para obtener a cambio un «euromonedero». En la plaza de los patines, junto a la carpa «Espai euro», una unidad móvil de «Sa Nostra», centró la atención de una cola de personas que poco a poco se hizo con su primer euromonedero, en lo que significaba su primer contacto con las monedas del ya casi presente europeo.

El tamaño, el color, el peso, todas las características sorprenden, en algunos casos, y decepcionan, en otros. Pero todos los ciudadanos que se acercaron coincidieron en la curiosidad infantil que profesaronn al recoger las 43 monedas incluidas en el «euromonedero». «A ver si las conocemos de una vez después de haber hablado tanto tiempo», señaló una señora que acababa de bajar del autobús y a la que aún no le había dado tiempo de abrir la bolsa. «No sabía que se podían adquirir hoy (por ayer), pero he visto el autobús y he parado a coger mis monedas», señala otra mujer que acaba de incorporarse a la cola.

Las anécdotas no se hacen esperar en el grupo de personas, donde los ciudadanos intercambian reflexiones y también las primeras quejas. «Hay que agradecer a 'Sa Nostra' la puesta en marcha de este autobús y el reparto de euromonederos a todas las personas, porque he estado ya en dos oficinas bancarias y ninguna de ellas me ha facilitado las monedas. En una me dijeron que no soy cliente y, en la otra, que ellos no realizan el cambio», señala un caballero, que tranquilo muestra su disgusto con el talante de los bancos. Unas entidades que en muchos casos recibieron ayer más de 600 visitas.

La confusión también hizo acto de presencia cuando una mujer subió al autobús para recoger su monedero y sorprendida recibió la noticia de que la bolsa contiene dinero y por ella hay que abonar 2.000 pesetas. «No, yo vengo por el monederito que dan gratis con el símbolo del euro», advirtió, segundos antes de rechazar el canjeo de monedas y marcharse con gesto compungido. Dentro, en la carpa que preside la Plaça Bisbe Berenguer Palou, el ir y venir continúa. «Ahora pienso ir a por las monedas fuera, por la novelería de que lo vean los niños», señala Pedro, un padre que acompaña a sus dos pequeños en el espacio temático, quien además no duda en señalar que la llegada del euro «será más fácil de lo que la gente se piensa».