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Ni pendientes, ni joyas ostentosas y con el pelo «en perfecto estado de limpieza». Así quiere que sea José Manuel Sierra, el concejal de Governació de Cort, la imagen del policía local de Palma. El responsable del cuartel de San Fernando ha remitido al alcalde el decreto que regula la uniformidad básica y la imagen profesional de los 800 funcionarios policiales. La gorra, según esta normativa, es obligatoria cuando se prestan servicios en la vía pública o en lugares descubiertos y su ausencia sólo puede ser disculpada en caso se servicios urgentes (asistencia a heridos, persecuciones...). El saludo de cortesía cuando un ciudadano requiere los servicios de un miembro del 092 es también obligatorio y deberá consistir en un sencillo «Buenos días, buenas tardes, buenas noches».

En este afán por potenciar la nueva imagen de la Policía Local queda prohibido el uso de pendientes o que los funcionarios se realicen tatuajes o 'piercings' en partes visibles del cuerpo. En este sentido, el punto cuarto de la normativa deja bien claro que «los agentes que en esta fecha presenten tatuajes en partes de su cuerpo que sean visibles cuando porten el uniforme habrán de evitar hacer ostentación de ellos». El uso de joyas (anillos, cadenas, pulseras...) de gran tamaño también se descarta y la limpieza exquisita del pelo se recuerda de la siguiente manera: «El cabello se tendrá que llevar en perfecto estado de limpieza, y cuando éstos lleguen hasta el cuello de la camisa, se deberán llevar recogidos». Su volumen no podrá ser excesivo, para que no sobresalga de la gorra, y si están teñidos los colores empleados «deberán ser naturales».

Otra disposición indica que los agentes no podrán llevar las uñas pintadas, a excepción de las féminas, que deberán utilizar colores que no llamen excesivamente la atención. La barba de un día para los varones se tolerará, pero se hace hincapié en que «el personal masculino deberá ir afeitado». Si el interfecto luce barba o bigote la longitud no puede ser superior a los cuatro centímetros. La actitud del agente que patrulla por la calle es otra de las preocupaciones del código de conducta, que advierte de comportamientos «irregulares» tales como pasear con las manos en los bolsillos o fumar en pipa o un puro. Tampoco se permite apoyarse en coches o paredes si la pose denota actitud negligente o «de abandono».