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Un viejo sueño sacado de entre el polvo de los libros de historia medieval. La pasión por las crines negras de caballo al viento. Y el amor a la cultura y la tradición más autóctona. Estas son las razones que impulsaron hace cuatro años a los miembros de la Confraria Balear de Cavallers de Sant Jordi a refundar la que fue una de las más antiguas órdenes de caballería de Europa, y los motivos que los ha impulsado a participar el próximo día 31 de diciembre en la Festa de l'Estendard, en lo que supone la vuelta de los «cavallers de Sant Jordi» al tradicional acto tras 174 años de ausencia.

Montados en los hermosos animales negros de raza mallorquina, de los que tan sólo quedan en la actualidad 120 ejemplares, ocho cavallers ocuparán el tercer lugar de la comitiva, según informó ayer el presidente, Miquel Àngel Serra. Vestidos con sus austeros trajes negros, de camisas blancas y corbatas y fajines granates, representando el color de Sant Jordi, los cavallers estarán acompañados también por otra novedad en el acto.

Por primera vez en la historia, la colla de xeremiers acudirá montada a caballo a la Festa de l'Estendard. La actual cofradia es la heredera de la desaparecida Confraria de Cavallers de Sant Jordi de Mallorca, creada en el año 1460 por el rey Joan II, y que en 1778 fue clausurada por Carlos III, por diferencias con la aristocracia mallorquina, según señaló ayer el vicepresidente, Carles Amengual.

A pesar de que la comitiva saldrá a las diez de la mañana de la Plaça de Cort, Amengual destacó ayer que la salida de los cavallers se producirá a las nueve y media desde la Plaça de Sant Francesc, un lugar emblemático para la cofradía, ya que en la iglesia se encuentra la escultura, un escudo en el rosetón y la sala capitulada de Sant Jordi, que los miembros de la orden sufragaron en su día.