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Las fiestas de Navidad y Reyes 2001-2002 brillan por su esplendor. El siglo XXI ha comenzado ya a rodar y, como no podía ser de otra forma, las tradiciones se conservan e, incluso, algunas se amplían y se modernizan de forma alumbrante.

En este sentido, la iluminación de pueblos y ciudades revaloriza el sentido de estas celebraciones tan arraigadas, embelleciendo calles y casas, y, también, familiarizando a los vecinos con el espíritu de la Navidad. Es, además, un adorno exclusivo de estas fechas, y una costumbre convertida en norma por parte de las instituciones.

Asimismo, en la mayoría de los casos, se ha ampliado el número de espacios beneficiados por la instalación de «luces», y hoy en día no sólo se ilumina el centro de los núcleos urbanos, sino también otras calles y avenidas, plazas y accesos de las poblaciones.

Montuïri destaca por su galante corazón neurálgico. La plaza del Ajuntament, con presidencia de la iglesia de Sant Bartomeu, y calles adyacentes (zona peatonal) cobran vida y felicidad con las luces de Navidad.

En el pueblo de los melones y de Tomeu Penya, Vilafranca, las bombillas otorgan una mágica significación a la plaza de la Casa Consistorial. A pocos metros, la parroquia de Santa Bàrbara controla la comunidad, vestida de alegría e ilusión por el paso de tan entrañables fiestas.

Y en la capital de la part forana, Manacor, la iluminación navideña se exhibe de forma espectacular y sentimental en el corazón neurálgico de la ciudad, sa Bassa. Punto de un tiempo a esta parte de obligado paso por jóvenes y adultos, al concentrarse un importante número de comercios, principalmente, acoge estos días tanto a manacorins como foráneos con una decoración y luz monumental, y nunca mejor dicho si se tiene en cuenta la ubicación próxima de la iglesia dels Dolors. El área del Ajuntament y Claustre del Convent también saluda a los ciudadanos con un «toque» de alumbrado.