La Festa de l'Estendard ganó en vistosidad gracias a algunas de las
novedades introducidas en esta celebración que cada año y desde
hace siglos cierra con esplendor el calendario en la ciudad de
Palma. El pasado 31 de diciembre, como manda la tradición,
ciudadanos de Palma y turistas se concentraron en la Plaça de Cort
para presenciar la fiesta de conmemoración de la conquista de
Mallorca por Jaume I en 1229. El tiempo climatológico respetó buena
parte del programa, pero según avanzaba la mañana iba empeorando y
al final, como ocurre casi cada año, acabó lloviendo. Tampoco faltó
un grupúsculo de independentistas, quienes profirieron tímidos
gritos contra los «políticos botiflers», a falta de la presencia,
por primera vez en la historia, de una compañía del Ejército, que
fue sustituida por una formación de gala de la Policía Local de
Palma.
Al filo de las 10.15 horas, y ya colocada la policía en la
recién reformada plaza del Ajuntament, los tamborers y ministrils
acompañaron a la Corporación municipal en el acto de colocación de
l'Estendard Reial en el centro de la plaza y de la cimera del Rei
Martí. Los concejales y el alcalde de Palma se encaminaron,
entonces, a la Seu, acompañados por ocho caballeros de la
restaurada Confraria Balear de Cavallers de Sant Jordi, que no
formaba parte del ceremonial desde el año 1827. El porte de los
caballos de raza mallorquina causó admiración entre el público. A
esa hora dio inicio en la Catedral la misa concelebrada, presidida
por el obispo de Mallorca, mientras la Plaça de Cort quedaba
desierta de presencia policial y de la Banda de Música
Municipal.
El vicario episcopal de Palma, Bartomeu Tauler, fue el encargado
de pronunciar la homilía, en la que aprovechó para rememorar el
momento de la Conquesta y la importancia de la Festa de l'Estendard
para esta tierra. El vicario episcopal reconoció que al repasar
nuestra historia nos topamos con la realidad de que las guerras
contra los árabes «estaban imbuidas de un profundo sentido
religioso». «Era la mentalidad de la época, que se creía ajustada a
la voluntad de Dios», y el análisis de todo eso, advirtió, nos
puede resultar hoy y aquí, en una época de conflicto internacional
como la que vivimos, «muy útil y beneficioso». Por eso, instó a
todos los cristianos a «descalificar la guerra» y a «amar nuestra
lengua y cultura».
Al acto religioso acudieron el presidente del Govern, Francesc
Antich; la delegada del Gobierno, Catalina Cirer; el comandante
general de la Zona Militar de Balears, Tomás Formentín; el fiscal
jefe de Balears, Antonio de Vicente Tutor, y el Consell Insular de
Mallorca en pleno, presidido por su presidenta, Maria Antònia
Munar. Por tercer año, el Ajuntament fue el encargado, durante el
oficio, de realizar las lecturas y las ofrendas. Las danzas
folklóricas de los Cossiers y Cavallets de la Escola de Música i
Danses de Mallorca en el interior del templo contaron con el
aliciente añadido de sus renovadas indumentarias, que conservan los
diseños ideados por el fundador de la escuela, Bartomeu
Ensenyat.
Acabado el oficio, las autoridades regresaron a la plaza para la
retirada del pendón real, entre nuevos gritos independentistas. La
interpretación de «La Balanguera» provocó los aplausos emocionados
del público. La colcada contó con la presencia, también por vez
primera, de «ministrils» del Consell de Mallorca, que han ocupado
el lugar de la agrupación musical del Ajuntament, que en los
últimos años no formaba parte del desfile. Miquelina Lladó y
alumnos de la Escola de Música i Danses de Mallorca no faltaron a
la cita de representar, cada año, «La Colcada» de Pere d'A.
Penya.
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