Los «foguerons» hicieron las delicias de todos los asistentes a las fiestas de sa Pobla. Foto: TERESA AYUGA.

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Al igual que no lo hizo el dimoni, el frío tampoco venció ayer a Sant Antoni y poblers y visitantes vivieron con la intensidad de todos los años la noche más bruja de sa Pobla. Un año más, la popular revetla poblera destacó por ser la más multitudinaria de todas cuantas se celebran en Mallorca y fuego, humo, cantos, luz y color se mezclaron en una larga noche animada a golpe de ximbomba. La fiesta empezó a media tarde con la salida de los dimonis y de la imagen de Sant Antoni en cercaviles. Las comparsas recordaron y animaron a unos ya de por sí animados poblers y contagiaron sus ganas de bulla a grandes y pequeños, que huían entre risas y gritos de simpáticas persecuciones de los dimonions.

Horas más tarde, diversas autoridades de nuestra comunidad se dieron cita en la plaza del Ajuntament. Entre los numerosos visitantes que se acercaron a sa Pobla para participar de la noche de fuego y música destacaron la presencia de: la delegada de gobierno, Catalina Cirer; la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar; el conseller de Turisme, Celestí Alomar; y el alcalde de Palma, Joan Fageda. Tampoco faltaron a su tradicional cita con la fiesta de Sant Antoni poblera numerosos alcaldes de diversos municipios de la Isla.

Después de asistir a las tradicionales Completes, tomar un refresco en el Ajuntament y afinar los tonos con algunos de los cantos más significativos de la cançó poblera, la comitiva de autoridades presenció en la Plaça Major los bailes de caparrots al son de la música de la banda de sa Pobla. El popular baile marcó la encesa de foguerons en diversos barrios y puntos del pueblo, al que acudieron miles de visitantes. Destacó que 75 años después se volvió a oír el grito de «Visca Sant Antoni!», convirtiéndose en uno de los grandes momentos de la noche. Y tras el baile... empezó uno de los actos más esperados del programa organizado con motivo de las fiestas de Sant Antoni: el espectáculo piromusical, que consiguió convertir la plaza en infierno y hacer arder el Ajuntament al ritmo de música y gritos.

Las llamas en la fachada de la casa de la Vila simbolizaron la llegada del dimoni a la localidad y su posterior expulsión gracias a la ayuda de Sant Antoni y la colaboración de todo el pueblo. Una vez finalizado este ensordecedor espectáculo, se dio inicio a la celebración de la XVIII Trobada de Cantadors i Ximbombers. Fue entonces, cuando con el calor del fuego y el vino en las mejillas, los poblers iniciaron la verdadera fiesta, en la que ellos y su hospitalidad son los principales protagonistas. Con el paso de las horas, aumentó la picardía de las glosses cantadas a golpe de ximbomba, entre tragos de vino y mordiscos de, al igual que les glosses, picantes espinagades.