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En un momento especialmente delicado para el sector turístico, se está celebrando en Madrid la feria Fitur, donde, una vez más, se han puesto en evidencia las profundas disensiones entre los hoteleros y el Govern. En este contexto, el presidente del grupo turístico más importante del país, Gabriel Escarrer, acusaba al Ejecutivo de prepotencia y afirmaba que sería positiva la inexistencia de una Conselleria de Turisme.

Por su parte, el president Antich, y pese a todos los desplantes de los hoteleros, lanzaba ayer un nuevo ofrecimiento de diálogo y aseguraba que el futuro de Balears no puede estar sujeto a la controversia sobre la ecotasa. Añadía un dato nuevo: su aplicación se retrasa hasta el 1 de mayo. Antich ofrece, en cierto modo, un armisticio durante la Semana Santa. Y da tiempo. Tiempo para que las partes negocien, poniendo sobre la mesa una doble propuesta: que los hoteleros participen en el diseño de los proyectos que serán realizados con el dinero recaudado y en la forma de implantar el impuesto.

Tiene razón Antich cuando manifiesta que hay que liderar el reto de pasar del desarrollo económico incontrolado a otro desarrollo económico y ambiental sostenible en este siglo XXI. No cabe duda de que todos, incluidos los hoteleros, están de acuerdo en que el modelo tradicional está llamado a cambiar. Y que hace falta invertir en mejoras medioambientales. El problema es el cómo. Hace falta un instrumento para aplicar esta política. El invento "aplicado ya en 25 países" es la ecotasa. Ciertamente, sólo grava a una parte de los turistas que vienen a Balears. Pero, ¿tiene alguien una idea mejor? ¿Es preferible no hacer nada?

El Govern tiene que ser muy consciente de la responsabilidad que contrae. Y debe aplicar la ecotasa porque cree que será beneficiosa, pero no como una demostración de fuerza, ni para contentar a determinados sectores. Dadas las previsiones sobre el futuro turístico inmediato, es indispensable que se rompa la actual tensión y se dialogue buscando una solución.