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El obispo de Mallorca, Teodor Úbeda, afirmó ayer en Palma que «la Iglesia reconoce las distintas tendencias sexuales que pueda haber y anima a todo el mundo a vivir su sexualidad con el mayor orden y coherencia posible». En referencia a la confesión de homosexualidad del capellán de Valverde del Camino José Mantero, Úbeda añadió: «Está claro que a aquellos que se comprometen libremente a servir a la Iglesia, ésta les exige que sean coherentes con este planteamiento, sea cual sea su tendencia sexual». El obispo inició sus declaraciones afirmando, en tono relajado, que «dentro de un armario se debe vivir muy mal, por lo que todo el que esté dentro de uno debe salir de él».

Pero, matizó, no sólo en cuanto a la vida sexual, «pues también estaría bien que saliéramos todos del armario para declarar cuáles son nuestras convicciones y nuestros planteamientos sobre cómo pensamos que debe ser la sociedad». Y, prosiguió, «también determinadas intervenciones en el mundo político, económico, cultural, etc., se llevan a cabo sin revelar quién es cada uno o qué piensa cada cual, es decir, de alguna manera desde dentro del armario», por seguir con la expresión. De todos modos, el obispo mostró sus reservas ante el hecho de que «el que uno tenga problemas personales, del tipo que sean, quiera decir que para ser coherente consigo mismo tenga que ir a la prensa y publicitar su vida íntima».

Insistió en que «la Iglesia respeta las tendencias homosexuales y todos -incluso aquellos que saltan la barrera y entran en el campo de las tendencias abusivas o violentas-, son acogidos y comprendidos por ella». Pero «nadie se puede alarmar -subrayó- de que la Iglesia, lo mismo que clama contra las guerras o las injusticias, clame, ante quien quiera escuchar, contra otro tipo de desórdenes que están extendiéndose en nuestra sociedad, como los asesinatos de niños o las actitudes sexuales que suponen una degradación de la persona». «Pues -opinó- lamentablemente el clima en que vivimos no ayuda a llevar una vida sexual ordenada, porque desde el momento en que se transforma el sexo en un elemento de consumo y se le reduce a una experiencia grata, sin más compromiso que el que supone tomarse una coca-cola, se degrada y conduce al desorden».

El obispo se mostró convencido de que «tanto la vida heterosexual como la homosexual pueden ser ordenadas o desordenadas», pero, repitió, en el caso de este capellán que ha declarado su homosexualidad y la práctica de la misma, es precisamente este ejercicio lo que entra en contradicción con una opción que él tomó libremente y que pone en cuestión su capacidad y condiciones para seguir ejerciendo su ministerio».

Sobre las declaraciones del cura mallorquín Jaume Santandreu, quien también ha hecho pública su homosexualidad y ha considerado que el voto de pobreza debería estar por encima del de castidad, monseñor Teodor Úbeda aclaró que «tanto la pobreza como la castidad son la utopía que perseguimos y las dos cosas las pide la Iglesia». Comprendió que «los tropiezos que puedan tener los miembros de la Iglesia entran dentro de la condición de pecador del ser humano que ésta trata de encaminar o arreglar».