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Los colegios de Palma estuvieron celebrando sus fiestas de disfraces, e incluso en muchos centros se optó por salir a la calle para que los padres y en general, todos los transeúntes, disfrutasen del espectáculo. Aunque sa Rua se celebra el domingo en es Born, los centros escolares también han llevado a cabo su particular desfile. El colegio Pius XII tuvo como «leiv-motiv» una idea realmente original: la cocina mallorquina. Así, los más pequeños se disfrazaron de trempó, es decir, de los ingredientes que lo componen: tomate, cebolla y pimiento. Otros se embutieron en un original disfraz de tombet, cocarroi y panada. Muy divertido fue el atuendo de cerdo y matancer o el de caracol. El de gató amb gelat fue de lo más original.

El colegio Miquel Costa i Llobera, en la calle General Riera, también estuvo muy acertado en su elección: «Diferents cultures del món». Los niños de 3 años aparecieron disfrazados de egipcios e indios americanos. Los de 4 años, de esquimales y mexicanos; los de 5, de japoneses y tuaregs. Los de primer curso lucieron como nativos de India; los de segundo, como beduinos y peruanos; los de tercero, como indonesios; los de cuarto, como zíngaros; los de quinto, cortadores de azúcar del Brasil.

Finalmente, los de sexto fueron por un día orgullosos senadores del Imperio romano. Los alumnos Daniel García, Isabel Guijarro, José Cortés, Naira Martínez y Mónica Colomar iban disfrazados de cortadores de caña. «Hemos tardado dos semanas en hacer el disfraz, lo hemos hecho mitad en casa, mitad en la escuela», afirmaban al unísono. Por su parte, G. Félix Torrilla iba de César romano, lo que le llenaba de orgullo y satisfacción.

En ambos centros se inició el festival dentro de la escuela, pero al poco, los diferentes grupos salieron a la calle para realizar un corto desfile por las calles adyacentes. Una vez de regreso, la fiesta continuó con música y baile. Los colegios también fueron escenario de un auténtico festival para los padres, que se agolparon en las puertas con discretas videocámaras, para inmortalizar a sus jóvenes creativos. Otras zonas de Ciutat contaron con buena animación. La plaza Alexander Fleming fue escenario de un gran concentración de niños, cada uno con un original atuendo. En la part forana los niños también salieron a la calle: en el Port d'Andratx fue un auténtico festival.