Ayer, día de Pascua, o si prefieren, Domingo de Resurrección, en el centro penitenciario de Palma se celebró una misa rociera. El acto fue organizado por la Pastoral, que se trajo al Coro Rociero.
Asistieron voluntariamente numerosos internos, tantos que casi llenaron el salón de actos. Todos ellos siguieron la eucaristía con gran recogimiento, silencio y mucha atención, pues ya decimos, la asistencia era voluntaria, por lo que allí nadie estaba obligado sino que estaba el que quería estar. Allí se reunieron internos blancos, negros, mallorquines, peninsulares, alemanes, colombianos, subsaharianos, etc.
Además de cantada "¡y con qué sentimiento! por parte del Coro Rociero", fue una misa concelebrada, en la que se sucedieron varias lecturas a cargo de los reclusos, entre ellas, una, en alemán, leída por un alemán, que a continuación fue traducida a fin de que todos entendieran su mensaje. El celebrante, entre otras cosas, les recordó que a veces la libertad está allí mismo y puede ser mucho mayor «que la que tenemos nosotros, afuera».
La celebración duró algo más de una hora y concluyó "¡cómo no!" con el canto de la Salve Rociera. Y que hay buen rollo entre los internos se demostró cuando, siguiendo la norma litúrgica, se dieron la paz. Manos, palmadas, abrazos, algún que otro beso acompañaban a «la paz sea contigo».
Luego, unos y otras marcharon hacia sus módulos, donde la Pastoral les hizo entrega de empanadas, que según se explicó durante la misa, se habían recogido ex profeso en distintas parroquias de Palma.
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