«La degradación de nuestro medio ambiente es culpa de los
mallorquines, más que de los turistas que nos visitan, por nuestras
propias actuaciones y porque somos nosotros los responsables de
definir los límites al turismo que queremos recibir». Así lo afirmó
ayer Miquel Angel Borràs, conseller ejecutivo del Departamento de
Medi Ambient del CIM, durante la presentación de las conclusiones
del estudio «Diseño de un sistema de indicadores de sostenibilidad
para un observatorio ambiental de Mallorca. Indicadores de
comportamiento ambiental de la población y de la administración».
Este trabajo, realizado por el Institut d'Estudis Ecològics
(Inese), concluye que «el consumo de los recursos naturales y del
territorio en Mallorca avanza a un nivel superior que la generación
de riqueza». El informe parte de la combinación de indicadores de
sostenibilidad -como consumo de energía o agua, el uso del
transporte público o el número de vehículos- con la evolución del
Producto Interior Bruto de Mallorca.
Y de esta comparación se deduce que «hay un fuerte desequilibrio
entre la tendencia deseada y la observada», declaró Borrás.
Puntualizó que sólo 3 de los 15 medidores manejados coinciden en la
tendencia deseada y la observada, y son los referidos a reciclaje
de residuos, calidad del aire e implantación de sistemas de gestión
ambiental en empresas. En el resto de indicadores hay un
desequilibrio entre la situación real y la deseable.
Y ese consumo de los recursos naturales y de territorio «está
hecho en gran medida por la población residente, teniendo
incrementos poco significativos en algunos casos cuando se añade la
población flotante -caso del número de matriculaciones de coches,
que se han duplicado en los últimos diez años-, y algo más
trascendentes en otros al tener en cuenta la presión turística,
como en la generación de residuos», añadió Mateu Picornell,
presidente del Inese.
Para alcanzar el equilibrio, el trabajo plantea una serie de
recomendaciones, que pasan por lograr «el consenso entre la
administración pública y la sociedad civil para limitar ese consumo
insostenible». Así, se propone la integración del turismo en la
economía local, sin tratarlo como un tema aislado; fomentar el
respeto a las normas de protección medioambiental, controlar el
consumo de agua y energías no renovables, limitar el volumen de
residuos e impulsar el reciclaje. Otras recomendaciones son ofrecer
programas de formación para los agentes sociales y de
sensibilización de la población.
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