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Era de suponer, y más con el día tan bueno que hacía. Así que nos parapetamos donde pudimos, y nos dispusimos a contemplar el espectáculo: los chicos de «Operación Triunfo» -casi todos, pues no vimos, por ejemplo, ni a Chenoa ni a Bisbal- se iban a dar un baño antes de desplazarse a Son Moix, a cantar. Y se lo dieron a escasos metros del hotel Uto Palma, en la playita que tienen enfrente. Daba gusto verlos disfrutar.

Estaban haciendo algo que, ¡por fin!, no había sido programado de antemano, ni comprometido, ni medido, ni patrocinado, sino algo tan simple y espontáneo como un baño en el mar, seguido de la correspondiente soleada, eso sí, bajo la atenta mirada de quien todo lo controla -o cree que lo controla, ayer, y ahí, desde luego no- como despojarse de la ropa, bañarse y divertirse. En pocas palabras: que aquello era como un recreo vigilado, pero en el que cada cual hacía lo que le venía en gana. Así, mientras unos trataban de tirar al agua al otro, u otra, otros buscaban piedrecitas en la orilla, otros paseaban su cuerpo serrano sobre la arena, otros se zambullían poniendo de manifiesto su buena forma física, como Àlex, que luego coquetearía un poquito con la guapa y simpática Verónica, u otro, como Alejandro, se lo pensaban un poco antes de dar el paso que le llevara de cabeza a la inmersión en el líquido, y frío, elemento.

Aunque sin duda una de las cosas más llamativas de la tarde, aparte de ver que a Manu no le vendría mal hacer un poquillo de ejercicio, fue la forma tan sensual que tiene Natalia de quitarse la ropa hasta quedarse en bañador. Sí, todo eso es lo que presenciamos desde nuestro observatorio, lo cual fue un placer, pues vimos que pese al éxito conseguido de forma repentina, los chicos de «Operación triunfo» son, lejos de cámaras y objetivos, de lo más normal. Por cierto, ¿dónde andarían Chenoa y su chico, David? Pues seguían sin aparecer.