Las altas temperaturas y la humedad han favorecido la aparición de mosquitos. Foto: J.M.

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J.M.A./P.C./S.C.
Vecinos, comerciantes y hoteleros de la Platja de Palma han manifestado su malestar por la gran cantidad de mosquitos que hay en estos momentos en la zona y que tienen su origen, básicamente, en la acequia de Sant Jordi. Jerónima Reynés, propietaria de la cafetería Bon Vent, denuncia que «hace muchos años que en el Pla de Sant Jordi no hay un control sanitario», dice, y añade que cuando cae el sol la zona se llena de mosquitos. «De nada sirven los insecticidas ni ningún recurso para eliminarlos», afirma, y señala que cada noche ha de poner vinagre en las extremidades de muchos clientes, «ya que están llenos de picaduras», destaca, para concluir: «Es un problema muy grave, que añadido a otros como los posibles efectos de la ecotasa, puede suponer nuestra ruina».

El recepcionista del Hotel Sant Jordi Miquel Terrades recuerda que el pasado año ya hubo una plaga y destaca que estos problemas «perjudican la imagen de la zona». «Los clientes han de cerrar las ventanas y algunos matan los mosquitos con las zapatillas, llenando las paredes de sangre», dice. Vecinos como Catalina Pons, Francisca García o Harald Neske se pronuncian en el mismo sentido.

La presidenta de EMAYA, Maria Crespo, señala que cuando gobernaba el anterior Ejecutivo balear se llegó a un acuerdo entre Cort, la Conselleria d'Agricultura y la de Medi Ambient para evitar estos problemas. «Medi Ambient tenía que reorientar el cauce de la acequia de Sant Jordi, nosotros teníamos que poner bombas para drenar el agua y Agricultura tenía que crear un sistema de enlace entre las zonas de drenaje y la acequia de Sant Jordi», destaca Crespo, y añade: «Pero este proyecto aún no ha sido ejecutado y sólo EMAYA ha cumplido con su parte».

Crespo indica que la falta de actuación de la Conselleria d'Agricultura, unido a que muchos payeses aún riegan por anegación, «hace que proliferen los mosquitos cuando se produce un aumento de las lluvias y de las temperaturas», resume. Tres veces a la semana los técnicos de EMAYA realizan inspecciones en la zona y utilizan un producto ecológico, el bacilus turingensis para eliminar las larvas. Cabe destacar que un mosquito tiene un radio de acción de más de dos kilómetros y que su ciclo de vida es de siete días.

Por otra parte, las agrupaciones agrarias contemplan, con especial atención, los cambios climáticos y su repercusión tanto en la agricultura como en la ganadería de las Islas. Los representantes de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) y Unió de Pagesos, Gabriel Company y Joan Mas, han estado de acuerdo al manifestar que la situación está controlada, de momento, «el problema son más los cambios bruscos de tiempo que las lluvias, que, en general son beneficiosas, siempre que no se produzcan inundaciones», comenta Mas, y añade que, «por el momento los mosquitos no son un problema para la agricultura».