Palma vivió ayer un domingo anticipado, al menos en lo que a
tráfico por las calles se refiere y a afluencia de gente a las
playas. La huelga general transformó el habitual paisaje urbano de
un jueves y logró que circular por Palma resultase cómodo. El
intenso calor hizo el resto, empujar a numerosas personas a las
playas, que a mediodía estaban tan llenas como cualquier domingo o
festivo.
No obstante el seguimiento del paro fue desigual, según los
barrios. En el centro fue donde más se atendió la llamada de los
sindicatos, con numerosos comercios y bares cerrados, aunque en
algunos casos fuese para evitar la presión de los piquetes.
En la Palma del ensanche la huelga se dejó sentir bastante
menos, con barrios como Es Fortí o Bons Aires donde el paro fue
prácticamente nulo. En otros como es Molinar o Son Gotleu, barrio
obrero por excelencia, el seguimiento fue bastante más alto. Fue
curioso comprobar el elevado número de peluquerías que cerró. Los
contenedores a rebosar y la escasa presencia de autobuses por las
calles hizo sospechar a más de un turista de que ayer algo raro
pasaba.
El Ajuntament y los sindicatos mantuvieron una pugna de
madrugada en las cocheras de la EMT para pactar unos servicios
mínimos, que finalmente fueron del 22% (30 vehículos), una
discusión que acabó a las 07.00 horas, lo que obligó a retrasar dos
horas la salida de los autobuses. El único incidente se produjo a
las 02.00 horas, cuando la luna trasera de un autobús de la línea
17, la del aeropuerto, fue rota de una pedrada. Esta línea fue la
única que no prestó servicio alguno ayer.
Los piquetes actuaron también en EMAYA de madrugada, donde
volcaron contenedores para impedir el acceso de los camiones y la
recogida de basuras. Finalmente en el turno de noche trabajó un 32%
(62 operarios) de la plantilla del área de Medio Ambiente y un
18'1% (85 operarios) en turno de día.
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